viernes, 7 de marzo de 2008

HASTA LOS GATOS GASTAN ZAPATOS...

La editora i responsable hoy no cabe en sus zapatos de lo contenta que está, no solo porque se va de vacaciones sino porque a raíz de la nota anterior –Aquí "hay gato encerrado"– ha recibido un mensaje que dice lo siguiente:

Sra. extrañada i responsable de "inyoi-it"

Estimada señora, que adora
a los felinos caseros,
sepa usted que yo no quiero
polemizar con la gente, pero
en el fondo de mi casa,
donde los gatos retozan
entre dalias y arvejillas,
no hay ratones... ni avecillas.

La cuestión es muy sencilla,
le digo a usted, buena moza:
Quizá los dulces mininos
que con sangre se solazan,
sean gallegos de raza
pues no soportan los trinos.
Tienen fama de ladinos,
pelean todas las noches,
hacen bulla a troche y moche
e incordian a los vecinos.

Este retrato apurado
concluye aquí abruptamente,
porque bastantes humanos
son como la gatuna gente.
Saludo a usted atentamente,
sin tardanza y sin apuro:
mi novia espera en un muro
porque hay cuarto creciente...

El mensaje no tiene firma, pero la editora sospecha que el escribidor sería uno de los atorrantes que residen en los fondos de la casa del Maestro Zen Sato... En fin, como sea, hay que reconocer que es muy bueno, y que ¡hasta los gatos los gastan zapatos!


Aclaraciones: a la editora, algunos la llaman "la extrañada" / Enjoy it es el nombre original del Newsletter que ahora se convirtió en blog (pero hay que saber disculpar...).

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Y ahora la minuciosa editora desea consignar lo siguiente:

1) La señora María Moliner dice, en su Diccionario de Uso del Español, que HASTA LOS GATOS GASTAN [QUIEREN] ZAPATOS es una "frase con que se comenta que alguien pretende cosas que corresponden a mayor edad o mejor situación que las suyas".

2) El Diccionario de la Real Academia Española –siempre más retorcido– dice que HASTA LOS GATOS TIENEN ROMADIZO o TOS son expresiones coloquiales usadas "para reprender a quienes hacen ostentación de cualidades que no les son propias".

La editora entiende que las dos frases son equivalentes, pero gusta más de la forma HASTA LOS GATOS GASTAN ZAPATOS, aunque, aplicada la frase al felino poeta, se le ajustaría mejor parte de la definición del diccionario de la RAE, es decir, solo en cuanto hace referencia a "quienes hacen ostentación de cualidades que no les son propias".


Comentarios aparte:

El diccionario de la RAE abunda en definiciones mal escritas: con imprecisiones, errores, contradicciones, impresiones subjetivas, etc.

En la definición arriba transcripta, no se entiende por qué el sentido debe ser el de reprender, pues la frase puede aplicarse correctamente a quienquiera que haga ostentanción de algo que no le es propio, sin que en ello vaya una reprensión.

Y por otro lado, también se equivocaron los españoles que cristalizaron el dicho, pues si hubieran observado bien a los gatos, sabrían que tosen.
(Pero los españoles solo observan bien a su propio ombligo y a la buena suerte ajena, esto último para poder envidiarla – dice esta editora desde sus raíces hispanas, ¡que quede bien claro!).
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jueves, 6 de marzo de 2008

Aquí "HAY GATO ENCERRADO"

Se dice que "hay gato encerrado" cuando se quiere significar que hay algo oculto, que seguramente es valioso (actualmente, en general, la frase alude a datos o información).

Esta frase tiene su origen en España, pues durante el Siglo de Oro era común que el dinero se guardara en bolsos o talegos hechos de piel de gato.

Por extensión, también se les llamó gatos a los ladrones y rateros; por eso dice Quevedo, hablando del dinero:

"Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos,
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos."


El diccionario de la Real Academia Española dice que "gato" era el talego y también el dinero que se guardaba en él. Sin embargo, supone esta editora que eso sería así en España, porque desconoce que aquí (en la Argentina) se haya usado el término gato en esa acepción.

Pero los tiempos han cambiado, y aquí y ahora solo les llamamos gatos a los gatos, a cierto baile y a su música, y a los ‘criques’ usados para levantar cosas pesadas; claro que eso en sus formas puras. En cuanto a las otras, sabemos que se les llama así a cierta índole de señoritas, lo cual no está mal, después de todo, pues en lenguaje coloquial también se le dice gato a quien es hábil para lograr lo que quiere con engaños y ardides; y eso sin contar con que las devandichas señoritas suelen salir de noche, igual que los felinos.

Y ahora, por favor, miren de nuevo la foto... aun las personas a quienes no les gustan los gatos, tengan la bondad de hacerle el gusto a esta "probe editora galega". Observen y traten de comprender.
Si alguien no logra darse cuenta de lo que la imagen denota, sepa que cuenta con toda la compasión de quien esto escribe...
Y si alguien piensa que tiene derecho a matar para adornarse con un bolso, un gorro, un abrigo de piel, etc., de gato o de cualquier otro animal, por favor, avise -siempre es bueno conocer la calaña de la gente con la que uno trata-.

Comentario:
Esta editora, de ancestros hispanos, siempre sostuvo que los españoles fueron y son basura (desde luego, hay excepciones); y que siguen siendo tan crueles como en los tiempos en que disfrutaban viendo cómo las personas con peor suerte que ellos ardían en las hogueras, en las que también quemaban gatos. Ellos gozaban y gozan con la sangre derramada... ¡de otros! Tanto, que continúan con las corridas de toros.
Por eso esta editora sostiene que son basura. Y lo hace desde sus raíces hispanas, ¡que quede claro!

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COMENTARIOS DE LOS LECTORES

Sra. Editora:
Yo del coloquial ese del que usted habla conozco poco... supongo que es el idioma que se chamuya en el Moyano o en el Borda... [se trata de hospitales psiquiátricos que existen en Buenos Aires].
Lo cierto es que se usa también la palabra gato inmediatamente después del vocablo pobre (usté dirá quién adjetiva a quién), y no me haga decir qué es lo que significa pues es "de público y notorio", según la inveterada fórmula utilizada por mi amigo El Alacrán.
Omitió también usté la acepción lunfarda con la que se nombra al postizo o peluquín.
Atentamente,
Juancitodebuenosaires.

Tiene razón. (N. de la E. i R.)

miércoles, 5 de marzo de 2008

Buen humor y humor burlón

ANÉCDOTAS DE CHARLES DE GAULLE

El General Charles de Gaulle tenía un agudo sentido del humor (a veces rayano en la burla). Cuenta André Malraux, en uno de sus relatos testimoniales, cómo le respondió de Gaulle a "un idiota que decía frente a él: 'Se han exagerado las condiciones en que vivían las prisioneras de Ravensbruck' " (un campo de concentración nazi).

Comentó, entonces, de Gaulle:
–Oh, sí, las prisioneras vivían tan bien en los campos de exterminio que casi todas se quedaron en ellos.

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Otra muestra –más ligera y divertida– del buen humor y la rapidez mental del estadista francés, se vio en un incidente ocurrido durante el transcurso de una campaña electoral.

Según se cuenta, al entrar en un salón repleto de entusiastas partidarios, uno de estos propuso a gritos:
–¡Hay que terminar con todos los imbélices, mi general!
–¿Terminar con todos los imbéciles? –replanteó de Gaulle– ¡Magna tarea!

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Esta editora recuerda también unas anécdotas muy comentadas, que ocurrieron en 1961, durante una visita de Estado del Presidente Kennedy y su esposa, a Francia.

Jacqueline Kennedy –de soltera, Beauvoir–, le dijo a de Gaulle, tal vez para congraciarse:
–¿Ud. sabe, General, que mi familia es de origen francés?...
–Sí, claro. La mía también –dijo él.


Y en el mismo banquete, ella balbuceó:
–Usted, General, que ha conocido a tantas personas interesantes en su vida, cuénteme quién tenía el más grande sentido del humor.

De Gaulle, con cara inexpresiva, respondió:
–Stalin, Madame.
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Buen humor y buenos modales

ANÉCDOTAS DE WINSTON CHURCHILL

El famoso político inglés Winston Churchill poseía velocidad para la respuesta humorística. Según cuenta su biógrafo Edgar Black, hacia fines de los años '30 sus disputas políticas con lady Astor se hicieron legendarias.
En cierta ocasión lady Astor le dijo a Churchill:
–Si yo fuera su esposa, le pondría veneno en el café.
Churchill replicó con toda calma:
–Si yo fuera su marido, me lo bebería.

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Los años no atenuaron esta cualidad. Le faltaba poco para cumplir ochenta años, cuando el fotógrafo de un medio de prensa le dijo:

–Espero poder fotografiarle en su centésimo cumpleaños...
Churchill respondió enseguida:

–Jovencito, no veo ninguna razón para que no pueda hacerlo. Me parece que goza usted de buena salud.

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El 8 de diciembre de 1941, Churchill, que era el primer ministro inglés y además estaba a cargo de la cartera de relaciones exteriores, debió dirigirse al embajador japonés ante el gobierno británico para comunicarle "existe el estado de guerra entre nuestros dos países" -esto lo cuenta él en sus Memorias-. La nota finalizaba así: "Tengo el honor de saludarlo con mi mayor consideración, y reiterarme su atento servidor".

Churchill comenta también que "En algunos sectores no agradó este estilo ceremonioso. Pero después de todo, cuando hay que matar a un hombre, no cuesta nada mostrarse educado".