domingo, 31 de agosto de 2008

LA ESTUPIDEZ - Episodio 10

Viene del episodio anterior.

FUI INSULTADA POR EL GUARDAFAUNA

Pongámoslo así: él, con su mentalidad obtusa, pretendió insultarme, pero utilizó unos términos que para mí eran un elogio:

"Cuando un animal se cruza en el camino –me dijo–, el otro animal se corre."

Siempre tuve claro que soy un animal, de modo que no me sentí insultada por las palabras, pero me molestó mucho su intención ofensiva; así que me planté en el lugar y me dije que iba a tener que sacarme a empujones o algo así.

Claro, es prácticamente imposible hacer razonar a un imbécil, y el pobre hombre seguía insistiendo con que me corriera, ya de muy mala manera y en tono muy alto.

La gente miraba azorada, y mi compañero se mantenía expectante, porque me conoce bien.

Él estaba esperando el momento para intervenir, en caso de que el fulano intentara ponerme una mano encima... pero sabiendo, como sabe, que era perfectamente posible que fuera yo quien iniciara la acción, porque, debo confesarlo, cuando alguien me saca de las casillas el entorno se me desdibuja: dejo de ver, o mejor, veo únicamente al agresor que tengo delante, y es entonces cuando me olvido de todo lo aprendido, me olvido de las buenas maneras, me olvido de mi gusto por las reglas de urbanidad y aflora el animal salvaje que en realidad soy.

En fin, en un alto de la discusión que sostuve con ese "zapato" con poder, mi compañero, con el buen tino que siempre muestra, se acercó, tendió una mano hacia mí y pronunció una palabra mágica: "Vamos..." -dijo.

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LA ESTUPIDEZ ES INFINITA.

LA ESTUPIDEZ - Episodio 9

Viene del episodio anterior.

LA SITUACIÓN MÁS HERMOSA
Y TAMBIÉN LA MÁS DESAGRADABLE

Como decía, estábamos volviendo hacia la salida, caminando por el sendero rodeado de nidos, y me detuve a mirar a una pareja de pingüinos que estaba al borde del camino. Solamente los miré.

Yo los miraba y ellos me miraban. Estábamos a escasos 50 cm, la pareja de pingüinos detrás del alambrado, yo sobre el camino.

De pronto, el macho avanzó hacia mí y comenzó a tirar de los cordones de mis zapatillas. Tiraba suavemente, y yo me quedé paralizada de la emoción, sin siquiera atinar a sacar la cámara de fotos, que ya había guardado, para no asustarlos.

Comencé a llamar a mi compañero, que se había alejado un poco, para que viera la situación, y mientras tanto el animalito siguió degustándome.

Cuando se cansó de los cordones, continuó probando mi pantalón, para luego seguir con un cordón de mi campera.

Imagino que mis prendas de vestir no le agradaron mucho, porque no hizo nada que pudiera interpretarse como un intento de comer(me).

Yo estaba encantada y había vuelto a ponerme de buen humor, pero llegué al éxtasis cuando también la hembra se acercó y comenzó a degustarme.

A todo esto, se habían reunido unas cuantas personas que andaban por ahí y estaban mirando lo que pasaba; serían 7 u 8, además de mi compañero, que no quería acercarse demasiado para no alterar la situación.

Esta es una de las mejores cosas que me pasaron en la vida, si no fuera porque la vio un abnegado e incorruptible guardafauna, que evidentemente quería lucir su poder ante mí y ante la gente que estaba mirando.

El personaje, que era un hombre joven, se me apareció por la espalda y me dijo que debía alejarme de los pingüinos.

Yo argumenté que no les estaba haciendo nada y que eran ellos quienes se habían acercado a mí, pero este dedicado servidor de los pingüinos insistía en que debía dar un paso atrás.

Por supuesto, yo no quería hacerlo y me resistí machacando con mi argumento, pero al fin decidí dar un paso atrás. Hice esto porque notaba que me estaba subiendo la presión y no quería que el buen hombre me sacara de punto; pero la verdad es que di solo un pasito –de unos 40 cm, digamos-.

El hombre, desde luego, notó la corta distancia recorrida por mí, y siguió presionándome para que diera otro paso, pero más largo.

Yo ya estaba perdiendo la paciencia y retrocedí unos 30 cm más.

Fue entonces cuando intentó insultarme. Digo que intentó, pero en realidad...

Continúa en el episodio 10.

LA ESTUPIDEZ - Episodio 8

LA ESTUPIDEZ INFINITA

He leído por ahí que Einstein habría dicho algo así:SOLO HAY DOS COSAS INFINITAS: EL UNIVERSO Y LA ESTUPIDEZ.Y NO ESTOY TAN SEGURO DE LA PRIMERA.

Mi poca cultura me impide pronunciarme sobre la justedad de la presunta cita y de su autor. Pero de algo estoy segura: se non è vero, è ben trovato.

Estábamos por llegar a Punta Tombo y la mal agraciada Graciela iba recitando sus instrucciones. Algunas fueron estas:

"No se acerquen a menos de un metro de los animales."
"No los toquen, porque los pingüinos no siempre están de buen humor y tienen un pico filoso."
"Si un pingüino se les cruza en el camino no traten de detenerlo, déjenlo seguir su rumbo porque si no puede desorientarse (!) y si eso sucede puede abandonar el nido."

(Ya dije que tengo muy buena oreja y como además soy bastante histriónica supongo que habré hecho una mueca de incredulidad, porque a continuación oí la perlita).

"Sí, sí, se sabe de pingüinos que han abandonado el nido porque se desorientaron."

No me gustan las falacias "ad hóminem", pero me encantaría saber cómo llegó ella, o quien se lo haya dicho a ella, a estar en condiciones de afirmar que "se sabe de pingüinos que han abandonado el nido porque se desorientaron".

¿Cómo lo saben? ¿Les preguntaron? "Dígame, señor pingüino, ¿por qué ha abandonado su nido?"

No me imagino a un pingüino dándole explicaciones a un biólogo ni a nadie. Pero soy tan bien nacida y estoy tan bien predispuesta a encontrarle una respuesta a este intríngulis que voy a decir cómo imagino que podría haber sido la estrategia, para sacar de apuro a quien sea que haya lanzado ese aserto (con "s").

Vamos a suponer que la afirmación la soltó una Gracielita cualquiera, de esas que abundan.

Puedo imaginarla tratando de comunicarse con el pingüino y estableciendo un código "ad hoc" para obtener una respuesta.

–Sr. Pingüino –sería capaz de decirle-, ¿usted abandonó su nido porque está desorientado? (Mutis del pingüino). Sr. Pingüino: le recuerdo que el que calla, otorga. Si no me contesta consideraré que su respuesta es afirmativa. (Mutis del pingüino).

Estupideces de este tenor digo yo en forma diaria; pero eso sí, como chanzas. Escucharlas en serio me pone de un humor bilioso.

Porque no sé si usted sabe que los pingüinos de Magallanes viajan todos los años hasta Brasil (llegan a veces hasta la altura de Río de Janeiro) y vuelven a Punta Tombo; allí buscan el mismo nido que utilizaron el año anterior, se reencuentran con su pareja y comienza la etapa de reproducción y crianza de los pichones.

Es decir, viajan por el mar cerca de 5.000 km y encuentran el nido del año anterior. Pero... si alguien se interpone en su camino se desorientan y pueden abandonar el nido.

Estoy de acuerdo con cederles el paso para no incomodarlos, pero que nadie me venga con un argumento tan estúpido.

Estaba en problemas, lo sabía, pero todavía quería ver a los pingüinos, meta principal de mi viaje, así que me armé de paciencia para soportar lo que no soporto: la estupidez.

Llegamos a la pingüinera y allí también surgió la consabida estupidez: prohibido fumar. Pero la Gracielita le puso un condimento.

Antes de entrar a la zona protegida, es decir, antes de pasar cierta valla, se puede fumar, pero la guía añadió que "no se pueden tirar las colillas encendidas, ¡NI APAGADAS!"

Confieso que en este punto el diablito travieso que todos tenemos dentro dio por tierra con mi gusto por las cuestiones de urbanidad, y estuve en un tris de preguntarle qué podíamos hacer con ellas...
Pero no lo hice.

Y mientras fumaba tranquilamente un cigarrillo descubrí por allí a un animalito amoroso, que me puso de buen humor.

Nos runruneamos un rato y luego lo puse sobre la valla antes aludida. Es el de la foto.
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Espero que el señor que al igual que yo quiso llevarse el recuerdo del gatito, para mí un desconocido, no se moleste si se ve aquí. Nos gustó "la foto dentro de la foto".

Luego ingresamos al área de la pingüinera propiamente dicha.

Tan estúpido es todo cuanto sigue, que me cuesta ordenar el relato.

Allí se puede andar únicamente por un camino, artificial, hecho de ripio y limitado por ambos costados con alambrados –no les tomé fotos porque ya estaba muy asqueada–.

Ese camino, que conduce a la gente hacia el mar (por supuesto, los animales van por donde quieren ellos, y eso está muy bien –digo yo, que ya no entiendo nada–) atraviesa la zona de nidos. Así como lo lee:

Nadie puede acercarse a menos de un metro de un pingüino, pero el camino atraviesa la zona de nidos, y hay nidos que están pegados al camino, e incluso algunos están prácticamente debajo del alambrado.

Pero eso sí: ¡pobre del turista levantisco que, para sacar una foto por ejemplo, pase un pie por debajo del alambrado o incline el torso sobre él.

Si tal sacrilegio sucede (y sucede) aparece de inmediato un devoto guardafauna, que a pesar de haber nacido con un sinnúmero de virtudes carece por completo de sentido común, y lo amonesta severamente.

¡No se debe molestar a los animales, qué embromar!

La pingüinera es un área gigantesca. Los nidos están en tierra firme, y están por todas partes. Para donde uno mire, hay nidos y los pingüinos son deliciosos de ver. Aquí van algunas fotos.
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Como puede apreciarse en esta, una vez más violé las reglas. Aquí me acerqué a menos de un metro. Cualquiera puede ver y criticar mi cara de mal llevada y sospechar mis malas intenciones.
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Esta toma es a continuación de la anterior. Aquí puede apreciarse que el animal ha agachado la cabeza. Esto, seguramente, es el comienzo de un trauma existencial por acercamiento de turista.

A este otro lo estuve observando un ratito y quedó así...

Ya casi estábamos al final del recorrido y yo hubiera apostado fuerte a que allí sí podía tomarse contacto directo con los animales, en la playa.

Porque por más imbécil que sea la persona que establece las instrucciones, por más que sea, por ejemplo, otra Gracielita, tiene que darse cuenta de que si se puede caminar por la zona de nidos -que es donde los animales están más indefensos- sin provocar la muerte de pichones ni de adultos, se puede, con muchísima mayor razón, caminar por la playa junto a los pingüinos, pues cualquiera de ellos podría ponerse a salvo de un humano mediante el sencillo expediente de meterse en el mar.

Pero la estupidez es infinita.

El camino con alambrada termina en un mirador de altura, de mucha altura, y los pingüinos pueden verse así:

¿Ud. no los ve? Son las manchitas oscuras que están en la playa y en el mar.

Llegados a este punto mi decepción fue completa.

Así es como los vio el zoom de la cámara.
En fin, yo no había viajado hasta allí para ver a los pingüinos desde semejante distancia, y eso cavilaba cuando apareció la Gracielita y pretendió decir alguna cosa graciosa, que, como era de esperar, le salió sin gracia.

Pero comoquiera que se había acercado a hablarnos, le expresé mi disgusto diciéndole que me sentía estafada por tener que ver a los animales desde una distancia tal que me impedía ver nada, y que antes que así, prefería verlos en un zoológico.
¡Aaah!... Para qué se lo habré dicho.

Cualquiera sabe que en los regímenes totalitarios, pensar es considerado un delito, y alguien debe de haber aprovechado para meter esa idea en la oquedad craneana de esa pobre mujer, porque reaccionó de manera inadecuada y desmesurada.

En resumen:

La Gracielita montó en cólera y pretendió explicarme, de muy mala manera, que los pingüinos estaban allí cumpliendo una "muy importante función". Me lo dijo como si yo hubiera sido idiota y no lo supiera, y sin darme lugar a réplica pegó media vuelta y se fue.

Esto es: la señora Graciela es una perfecta mal educada y, por añadidura, bruta.

Podía haberme dicho lo mismo en otro tono y tal vez yo me hubiera callado, pero así, por su prepotencia, le grité -para que me oyera, porque se estaba alejando- que no estaba de acuerdo, que su argumento no resultaba convincente.

Entonces se volvió y nos dijo que siguiendo otra senda que hay por allí, se llegaba a otro mirador que estaba al nivel del mar. Allí fuimos, y vimos esto:

También aquí está el alambrado, aunque no lo enfoqué. Pero quiero señalar que las manchitas oscuras desparramadas sobre la zona clara y pedregosa ¡son pingüinos!

¿Ud. no los ve? - "La imaginación al poder", pregonaban los muchachos del mayo francés...

Ahora bien, en cuanto comenzamos a dirigirnos hacia la playita de la foto, esta mujer se nos pegó a los talones y estuvo permanentemente vigilándonos.

Motivos no le faltaban. En algún momento del recorrido seguramente me habrá oído decir que los pingüinos son deliciosos, que dan ganas de comérselos, y habrá pensado que quería matar a alguno para hacer un escabeche de pingüino de Magallanes auténtico. Qué sé yo.

Pero lo cierto es que mi compañero y yo, sin haberlo acordado, decidimos jugar un poco con la devoción protectora de la Gracielita y estuvimos largo rato dando vueltas por distintos recovecos, pero separados el uno del otro, para que la pobre no supiera a quién seguir.

Durante esos recorridos, saqué estas dos fotos:

¿Bonitos, verdad?

Sin embargo, el placer nunca dura demasiado, y los momentos de felicidad duran menos aún.

Nosotros nos dimos el gusto de enloquecer a la Gracielita, pero ella tenía aliados y los usó.

Sus aliados eran los guardafauna, así que pronto tuvimos encima de los talones no solo a la guía mal educada sino también a uno de los mentados cuidadores.

Dos a dos –estábamos empatando–. Pero nosotros ya nos habíamos hartado de la situación y comenzamos a volver mansamente, charlando, hacia el sitio donde estaba la camioneta que nos había llevado al lugar.

Entonces se produjo la situación más hermosa y también la más desagradable.

Continúa en el episodio 9.

LA ESTUPIDEZ - Episodio 7

PUNTA TOMBO
LA GRAN COLONIA DE PINGÜINOS

En esta segunda y última excursión se nos acabó por completo la escasa buena suerte que habíamos tenido.

Ya fuera de la hora convenida pasó a buscarnos la guía que nos acompañaría a la pingüinera y... ¡aaay!

La mujer se presentó con el nombre de Graciela. Este nombre, que significa "agraciada, agradable, que tiene encanto natural", no le sentaba bien.

No tenía ninguna de esas características y rápidamente se notó que la madre natura ni siquiera la había agraciado con la inteligencia.

Tengo muy buena "oreja" y enseguida comprendí que estábamos perdidos.

Graciela pretendía resultar graciosa, pero su bajo coeficiente intelectual y su escasa cultura la hacían aparecer patética.

En fin, estábamos atrapados; queríamos ir a la pingüinera de Punta Tombo y no teníamos tiempo de buscar otra excursión, así que tratamos de hacer caso omiso de su cháchara insustancial y de sus risitas bobas, hasta que, muy cerca ya de nuestra meta, comenzó a dar instrucciones.

Hasta aquí vine haciendo un recuento de señales de estupidez, pero ni con la más desaforada imaginación hubiera podido sospechar la cantidad de cosas absurdas que todavía iba a ver y oír.


Así que en lugar de continuar enumerándolas, me voy a limitar a relatarlas.

LA ESTUPIDEZ - Episodio 6

PUERTO PIRÁMIDE

Es donde me han dicho que pueden verse las ballenas, y les creo, porque allí iba en busca de estos magníficos cetáceos la ex Princesa de Gales, Diana.

Yo no vi ninguna, pero supongo que esto se debió a que elegí mal el mes y ellas ya habían dado por finalizadas sus maternales vacaciones en la península.

Pero si de algo estoy segura es de que la mala suerte se ensañó con nosotros por esto de haber llegado tarde. Porque la gente de la agencia de turismo afirmaba: "Hasta ayer, había... Hasta ayer, había...
"Qué mala pata, ¿no?

En fin, la navegación había sido pagada, así que por lo menos quisimos dar un paseo por el mar. Es muy bonito ese mar, y el agua tiene un color maravilloso, que en las fotos se ve bien.

Así que nos pusimos unos salvavidas anaranjados, que al decir de Mery no flotan pero se ven muy bien desde los helicópteros, cuando hay que rescatar náufragos –eso me gustó–, y nos subimos a una lancha en la cual reapareció una de las señales de estupidez antes vistas:

Prohibido fumar (incluso en la borda).

¿Y cuál podría ser el bien jurídico protegido del humo o del fuego de un cigarrillo en una lancha en el medio del mar?
El sentido común diría que ninguno.

Pero ya Thomas Hobbes decía en su Leviatán, allá por el siglo XVII, que el sentido común no es algo común; y yo, que soy bastante avispada pero no escapo a la regla del filósofo inglés, llegué a la conclusión de que la buena gente que determina estas prohibiciones tiene razón.

Porque no sé si usted sabe que muchas de las ballenas van allí a parir y amamantar a la cría, y que los médicos dicen que las mujeres preñadas no deben fumar porque le harían daño al feto.

Entonces yo digo: está muy bien que prohíban fumar en ese mar, porque puede haber ballenas preñadas, y si a alguna se le ocurriera tomar el ejemplo de los turistas y fumar, podría dañar seriamente al ballenato feto.

Y además ¡¿se imagina de qué tamaño tendrían que ser los cigarrillos?!

Pero volvamos a la navegación. Por supuesto, el conductor de la lancha sabía mejor que cualquiera que las ballenas ya no estaban en la zona, y tal vez con la muy lícita intención de que nos fuéramos contentos y recomendáramos la excursión a nuestros conocidos, sabiendo que a falta de pan buenos son bollos, nos hizo ver un espectáculo muy gracioso, que es el de las fotos siguientes.

Aquí puede verse un lobo marino durmiendo sobre un peñasco.

La lancha se acercó hasta tocar el borde del peñasco y este lobo, que podría competir con cualquier actor de teatro inglés, se despertó y comenzó a hacer su show. Véalo.

Estuvo un ratito sentado, haciendo caras y abriendo la boca como si fuera a bramar, y en cuanto la lancha comenzó a moverse, volvió a dormirse.

Estoy absolutamente convencida de que a este simpático animalito, que es bastante viejo, le pagan por la actuación –calculo que cuando no hay turistas cerca le darán un balde de pescados o algo así–, pero la verdad es que fue muy lindo verlo desde corta distancia –estaríamos a dos metros y medio– y todos nos divertimos con él (sospecho que a ese lobito los amigos chubutenses le mandan un psicoanalista para que le alivie los traumas ocasionados por la presencia de los turistas).

En fin: un Maestro. ¡Gracias, lobito!

Y de allí nos volvimos a Puerto Madryn, donde nos despedimos de Mery, a quien de verdad fue un placer conocer.

LA ESTUPIDEZ - Episodio 5

CALETA VALDÉS

De Punta Norte nos fuimos hacia Caleta Valdés. Allí pudimos ver algunos pingüinos y elefantes marinos. Como es más de lo mismo, solo vea las fotos:
-
Estos estaban bastante cerca, detrás del infaltable alambrado, que evité registrar. Son muy bonitos, de verdad.
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Estos ya casi se adivinaban.

El grupo más numeroso se veía así (los pingüinos son las manchitas oscuras que están en la playa, junto al mar).

-
Y estos son los elefantes marinos.

¿Cuáles?, preguntará usted.

Respuesta: las manchitas grises que están bien al borde de la playa, junto a una zona verdosa.

Observe que también enfoqué a los turistas que estaban en el mirador, a unos 200 metros de distancia de los animales (yo estaba un poquito más arriba, claro). Calcule tamaños relativos.

Así se ven los elefantes marinos en Caleta Valdés. No se trata de que los dueños del lugar no quieran mostrárselos. Se trata de que los turistas no tenemos imaginación. ¡Psss!

Y ahora a buscar a las ballenas...

LA ESTUPIDEZ - Episodio 4

SEGUNDA SEÑAL DE ESTUPIDEZ, AGRAVADA POR UNA SUERTE DE ENSAÑAMIENTO CON EL TURISTA


Abandonamos el estacionamiento para ir a ver a los lobos y elefantes marinos.

Aquí, antes de comenzar el recorrido a pie, reapareció la primera señal de estupidez antes comentada, y para que me lo crean le saqué esta foto:


Sin comentarios. Ya dije que no pensaba hacer problemas por un quítame de allí esas pajas. (Nótese, además, que detrás del cartel hay un alambrado).

Yo estaba muy entusiasmada: mi compañero en la vida, que estuvo en Punta Norte hace unos años, me había dicho que podríamos ver a estos bellos animales al alcance de la mano, a una distancia aproximada de 3 metros, con la única condición de no interponernos entre ellos y el mar. Esto era (es) así, porque cuando se asustan corren a meterse en el agua, y claro, si uno está en medio de su camino...

Pensábamos mirarlos de cerca y tomar una fotos. Pero nuestras intenciones se vieron abruptamente abortadas por una segunda señal de estupidez: los animales solo pueden ser observados desde un mirador, porque un alambrado impide bajar a la playa.

Las dos fotos siguientes muestran cómo vi yo a los lobos y elefantes marinos, desde unos 150 metros de distancia, calculo.


Es decir, traté de imaginármelos.



El zoom de la cámara hace que se vean mejor en las fotos que en la realidad. Los lobos marinos son los marrones; los grises son elefantes marinos.

Comencé a sentirme estafada. En cualquier zoológico pueden apreciarse los animales mucho mejor.

Luego la guía nos indicó que había una cría recién nacida de lobo marino y comenzó a dar "las coordenadas" para que los turistas pudiéramos descubrir adónde estaba. A casi todos nos costó mucho descubrir dónde estaba esa hembra que tenía al lado una cría. A la distancia desde la que mirábamos era casi imposible distinguir nada.
Entonces hice esto:
.
Da mucha bronca viajar a tanta distancia para ver a estos animales y tener que hacerlo de esta forma. (Aquí el alambrado se ve claramente).
Finalmente, pude ver esto:
De los dos cuerpos que se ven, el más grande corresponde a un lobo macho y el otro a una hembra. Pegada a la hembra y formando con ella una especie de media luna, se ve una mancha curva de color gris oscuro: esa es la cría.

¡ALBRICIAS! ¡Qué placer! Ya puedo morirme tranquila: HE VISTO EN SU HÁBITAT UNA CRÍA DE LOBO MARINO RECIÉN NACIDA.

¡Qué maravilla! ¿Será verdad tanta dicha, o estaré soñando?

O tal vez me estoy quedando ciega, o volviendo tonta; porque aquí, entre usted y yo –y esto se lo confieso porque está leyendo mi relato–, no vi ni veo nada. Digo que esa es la cría porque la guía me dijo que esa mancha era la cría.

Sé que todo esto es difícil de creer, puesto que muchas personas han estado en la península y volvieron contando que habían podido bajar a la playa y estar junto a los lobos, etc. Así que también tomé unas fotografías para ilustrar que cuando digo que no se puede bajar a la playa y que desde el mirador no se distingue casi nada, no estoy valiéndome de ninguna metáfora.

En la foto siguiente se ve de nuevo el alambrado, y se puede usar mi imagen como parámetro para estimar de qué tamaño se ven los animales.
Al lado de mi cabeza, en lontananza, junto al mar, hay un bultito de color oscuro. Ese era un lobo marino.

¡Qué vergüenza! ¡Qué estafa a la buena fe!

Los chubutenses se han enseñoreado de una zona que es Patrimonio de la Humanidad, la explotan como lugar turístico cobrando entrada e impiden que las personas que pagan para verla puedan disfrutar del lugar.

Y por favor no me venga nadie con argumentos ecologistas. Los animales no se extinguen por estar en contacto con los turistas.

Y tampoco ha habido accidentes como para pensar que es eso lo que pueden querer evitar.

Simplemente, los señores del lugar hacen gala de su maldad.

LA ESTUPIDEZ - Episodio 3

PUNTA NORTE

En Punta Norte hay una colonia de lobos y elefantes marinos y por supuesto, un parador donde estacionar los vehículos.

En el área del estacionamiento viven unos armadillos, sueltos (felizmente, los amigos chubutenses todavía no se los han apropiado ni les han coartado la libertad). Le muestro fotos.
-
Aquí se me ve a mí tratando de hacerme amiga del bichito, vaya uno a saber con qué maligna intención...






Aquí, el mismo bichito anterior haciendo una interconsulta con un congénere.


Y aquí estoy de nuevo, acariciándolo para ver si se dejaba agarrar, pero nunca se dejó (supongo que me madrugó y entendió que quería convertirlo en charango, pobre).


Estos animalitos son muy simpáticos –al menos, yo lo creo así– y muy vivarachos: en cuanto un vehículo estaciona, aparecen ellos a ver si consiguen un bocadito. Supongo que el motivo es ese, pero no puedo afirmarlo categóricamente ya que para eso habría que preguntarles a ellos, y estas criaturas no acostumbran a responder a las preguntas de los turistas (tal vez imaginan que se trata de preguntas retóricas); sin embargo, vi a uno comiendo un pedacito de miga de pan, aunque realmente parecía que lo hacía de compromiso.

Siempre en estos lugares piden que no se toque a los animales, pero yo igual lo hice porque entiendo que el pedido o mandato no tiene un sustento razonable –estos animalitos son casi domésticos y no van a traumarse porque alguien los toque; además, y esto lo noté al tratar de agarrarlos, son muy veloces para escapar - y al ratito vuelven–.

Fue muy lindo tocarlos y la guía, Mery, o bien no me vio, o bien –y esto es lo más probable– pretendió que no me veía, dando una muestra más de la inteligencia que ya dije que emana de ella (solo al armadillo le permito que haya pensado mal de mí).

Hasta aquí todo bien.

LA ESTUPIDEZ - Episodio 2

MIRADOR EN EL ISTMO AMEGHINO
APARICIÓN DE LA PRIMERA SEÑAL DE ESTUPIDEZ

A la Península Valdés se ingresa atravesando el Istmo Ameghino, que tiene apenas unos 5 km de ancho. Este es un dato interesante, porque tanto mirando hacia la derecha como hacia la izquierda se ve el mar, el océano Atlántico, y si Mery no nos hubiera señalado este detalle, tal vez no lo habríamos advertido.

En este punto la camioneta que nos transportaba se detuvo, porque allí hay un "Centro de interpretación de flora y fauna" –una suerte de pequeño museo de ciencias naturales– y un mirador, donde hay un largavista o catalejo.

Fue en la escalera de acceso al mirador, una escalera de cemento o algo parecido, donde apareció esa primera señal de estupidez.

La escalera es abierta –con esto quiero decir que no está cerrada con paredes–; pues bien, antes de pisar el primer peldaño ya podía verse un cartel: PROHIBIDO FUMAR.

Bien. El artículo 19 de la Constitución de la Nación Argentina es claro: "Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe", y todos sabemos que hay muchos lugares en los que está prohibido fumar.

Sabemos también, o podemos sospecharlo, que muchas veces los "considerandos" de las leyes son capciosos, pues protegen intereses ajenos a los que declaran; pero otras veces el interés por la protección de algo o de alguien es verdadero.

Sin embargo, cuando una ley prohíbe algo uno puede preguntarse –y sería bueno que lo hiciera– qué es lo que está tratando de proteger esa ley, es decir, cuál es el bien jurídico protegido.

¿Y cuál puede ser el bien jurídico protegido del acto de fumar al aire libre, en medio de un páramo donde el viento más suave sopla a 40/50 km por hora?

Respuesta: NINGUNO.


Ruego a las personas cándidas que no argumenten el temor a los incendios. Si ese fuera el miedo, podrían hacerse las recomendaciones del caso.

(Posible explicación del disparate: hay gente –perdón, pero de alguna manera debo llamarla– que tiene un pedacito de poder y quiere mostrarlo de cualquier modo).

Pero nosotros, los turistas, viajamos cientos o miles de kilómetros para llegar a la península, y no íbamos a hacer problemas por un quítame de allí esas pajas.

Sin embargo, esta fue una primera señal de estupidez. Reiniciamos el viaje hacia Punta Norte y encontramos otras.

LA ESTUPIDEZ - Episodio 1

PENÍNSULA VALDÉS - COMIENZO DEL VIAJE

Mi derrotero fue así: viajé a Puerto Madryn (provincia del Chubut, Patagonia, Argentina) para luego visitar la Península Valdés y Punta Tombo, con el sano y lícito deseo de ver bien de cerca la fauna local -en particular la marina- y tomar contacto con ella; pero esto no fue posible gracias a los buenos oficios del Gobierno de la provincia del Chubut (en adelante, los chubutenses -ya que ellos lo votaron-) que, habiéndose adueñado de estas reservas naturales, la primera de las cuales ha sido declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, ha vallado con alambre las playas donde se encuentran los pingüinos, lobos y elefantes marinos, e impide que los visitantes -que vamos de cualquier lugar del mundo exclusivamente para disfrutar de ese paraíso- nos acerquemos a ellos.
-

Dónde están los animales que yo vi o traté de ver:

Lobos y elefantes marinos, en Punta Norte y Caleta Valdés (dentro de la península).

Ballenas, en Puerto Pirámide (dentro de la península).

Pingüinos de Magallanes, en Punta Tombo (fuera de la península, más hacia el sur, a unos 180 km de Puerto Madryn).

Por supuesto, los animales tienen libertad de movimientos (al menos por ahora, los simpáticos amigos chubutenses no han querido -o no han podido- quitarles esa libertad), así que es posible encontrar en un mismo sitio lobitos y elefantes marinos, pingüinos, gaviotas, etc.

Entiendo que ciertas especies se mueven solo en determinadas zonas, como las ballenas, por ejemplo, pero básicamente es como queda dicho arriba (si omití algún dato es porque no lo recuerdo - además, hay otras especies, como orcas, toninas overas, delfines, etc.).

Nosotros, una pareja, llegamos muy entusiasmados e ilusionados (en especial yo, que nunca había estado en el lugar) con poder ver bien de cerca a los animales, caminar entre los pingüinos y tomar unas fotos. Nada más. Jamás se nos cruzaría por la cabeza hacerles daño o molestar -que también es hacer daño- a los bichos (aclaro, por si acaso, que no como carne de ningún tipo).

Hicimos dos excursiones con una empresa cuyo nombre no diré, pero que tiene sus oficinas en Puerto Madryn. La primera fue a la Península Valdés y la segunda a la pingüinera de Punta Tombo.

El día que fuimos a la península tuvimos una relativa buena suerte: la guía, que se presentó con el nombre de Mary (pronunciado al estilo inglés, Mery) era una mujer muy correcta y además muy inteligente. Esto se notaba con solo verla, porque las personas inteligentes suelen tener aspecto de serlo –sus rasgos, su lenguaje gestual, sus movimientos, lo denotan–.

Mery nos fue mostrando la poca fauna terrestre que aparecía por el camino –algún guanaco, alguna mara o liebre patagónica, algún choique o ñandú petiso– y explicando las características del lugar, todo esto con mucho oficio, sin molestar ni ser cargosa, que no es poco elogio para un/a guía de turismo.

Pero cuando llegamos a la península pudimos apreciar una primera señal de la ubicua estupidez que da título a estas notas.

(ARG) LA ESTUPIDEZ. La infinita estupidez...

PATAGONIA -ARGENTINA- Mal trato a los turistas
CRÓNICA DE UN VIAJE CON DEMASIADOS INCONVENIENTES


Voy a relatar las deplorables experiencias que viví en Península Valdés y Punta Tombo, adonde fui para ver lobos y elefantes marinos, ballenas y, muy especialmente, los pingüinos de Magallanes.


Usted va a enterarse aquí de algo que las oficinas y agencias de turismo omiten -con especial cuidado- decir.


Créase o no, ahora está prohibido acercarse a los animales y todos los espacios naturales donde viven han sido cercados con alambre.


Si tiene paciencia, puede leer esta serie de notas y va a enterarse de los detalles; pero si no tiene muchas ganas de leer, o no tiene tiempo, le sugiero que al menos mire las fotos, que hablan por sí solas.


Para su comodidad, he dividido el relato en episodios (son diez).

domingo, 24 de agosto de 2008

Palabras terminadas en jota - ¡Puaj!

¡PuaJ !

Un utilísimo listado de palabras anticuadas y en desuso, terminadas en Jota (recopiladas en mis ratos de ocio).

Fuente principal: Novísimo Diccionario de la Lengua Castellana - Librería de la Vda. de Ch. Bouret - París, 1912.

AJ, AX ó AJE: m. Achaque habitual. Se usa más en plural.

ALIOJ: (Quizá del ár. hisp. yašb, este del arameo yašpe, y este del acadio [j]ašpu, jaspe).
1. m. ant. mármol (piedra caliza). (Fuente: D.R.A.E.).

ALMARAJ: m. ant. Puente.

ALMIRAJ ó ALMIRAJE: m. ant. Almirante.

ALMOFREJ: m. Funda en que se llevaba la cama de camino: era por fuera de jerga y por dentro de un lienzo basto.

ALMORADUJ ó ALMORADUX: m. Botán. Planta perenne de la familia de las labiadas. / Sándalo.

AMORADUJ ó AMORADUX: m. Mejorana.

ATAJ: m. Ictiol. Pez del mar Rojo, del género de los escorpenos. / Especie del género de los holocanto, de la familia de los escamipennes.

BALAJ: m. Fósil de color rojo oscuro, compacto, pesado, lustroso. Se aprecia para adorno como otras piedras preciosas (rubí).

BARNAJ ó BARNAJE: m. ant. Según el contexto de los pasajes en que se halla puede ser hazaña, acción distinguida, el tributo impuesto a los pueblos vencidos, o el fruto que resultaba de una victoria.

BOJ: m. Arbol o arbusto muy ramoso, de hojas perennes, pequeñas, duras y lustrosas. De madera dura, tersa y lustrosa muy apreciada para obras de tornería. / Artes. Bolo de madera que tiene un remate a modo de oreja: sirve para coser sobre él los pedazos de cordobán o cabra de que se hace el zapato.

BORRAJ ó BORAX: m. Quím. Sal blanca por fuera y cristalina por dentro. Se forma naturalmente en las aguas de diferentes lagos.

CAMBUJ: m. Capillo de lienzo que ponen a los niños para que tengan derecha la cabeza. Se usaba en Murcia y en algunas otras partes (circa 1912).

CARCAJ ó CARCAX: m. Aljaba. / ant. Ajorca. / Funda en que los sacristanes meten el extremo del palo de la cruz alta, cuando la llevan en procesión.

CHUJ: 1. adj. Se dice del individuo de un pueblo amerindio de la familia maya de Guatemala. U. t. c. s.
2. adj. Perteneciente o relativo a los chuj.
3. m. Lengua hablada por los chuj. (Fuente: D.R.A.E.).

CONTRARRELOJ: 1. adj. Dicho de una carrera: contra el reloj. U. t. c. s. f. (Fuente: D.R.A.E.).
(Por si acaso: va con doble R, como autorretrato, autorradio y otras... si no, no podría leerse como sonido vibrante doble -o fuerte-).

DIJ ó DIJE: m. Adorno que se pone a los niños colgando de una cinta. / Chuchería, monada, juguete, cualquier objeto diminuto. / f. pl. Alhajas, prendas o joyas que se llevan por adorno.

ERRAJ ó HERRAJ: m. Especie de carbón menudo, o cisco, formado del hueso de la aceituna.

HERRAJ: m. Nombre del hueso molido de la aceituna, después de extraído el aceite, y que se suele usar en los braseros. Llámase también bonijo.

ITZAJ: 1. adj. Se dice del individuo de un pueblo amerindio de la familia maya de Guatemala. U. t. c. s. (Fuente: D.R.A.E.).

GAMBAJ: m. ant. o GAMBAX: f. Jubón acolchado de lana o algodón que se ponía debajo de la armas (armaduras).

GAMBOJ, GAMBOX, GAMBUX, GAMBUJ ó GAMBUJO: m. (Ver GAMBUJ)

GAMBUJ: m. Mascarilla o antifaz.

MANIBLAJ ó MANIBLAX: m. Germ. Mandilandín. El criado de rufianes o de mujeres públicas.

PEDICOJ: m. Salto que se da con un solo pie. De la acción se dice "andar a la pata coja" (vulgarmente).

RELEJ ó RELEJE: m. Rodada o carrillada. / Artill. El resalte que por la parte interior suelen tener algunas piezas de artillería en la recámara, estrechándola para que sea más angosta la parte donde está la pólvora que lo restante del cañón. / El escarpe o cerramiento en disminución de la pared hacia arriba. Dícese también de otras cosas, especialmente en los carros y coches. / El sarro que se cría en los labios o en la boca. / Faja estrecha y brillante que dejan los afiladores a lo largo del corte de las navajas. / Arq. Lo que la parte superior de un paramento en talud dista de la vertical que pasa por su pie.

RELOJ: m. Del lat. "horologium". (mecanismo que molesta a las personas decentes - digo yo).

SIJ: (Del ingl. sikh, y este del sánscr. šisya, discípulo).
1. adj. Perteneciente o relativo al sijismo.
2. adj. Seguidor de esta religión. U. t. c. s. (Fuente: D.R.A.E.).

TROJ ó TROJE: f. Granero, en especial para el trigo.

Debe de haber algunas más... pero por ahora no tengo ganas de buscarlas.

lunes, 18 de agosto de 2008

Portemanteau - según Humpty Dumpty

Para tener una idea de qué es una palabra portemanteau, nada mejor que rastrearla el significado. Aquí van algunas definiciones de diccionarios:

Portemanteau. 1. Ant. Guarda ropa, oficial de palacio. 2. Percha, para colgar la ropa. 3. Portamanteo, especie de maleta. (Diccionario Francés-Español, Librería Hachette, París, 1882).

Portemanteau. Percha, perchero. (Dicc. Manual Français-Espagnol / Español-Francés, Vox, 14ª Edición, París, Reimpresión: agosto de 1977).

Portamanteo. Manga, especie de maleta. (Campano Ilustrado, Diccionario Castellano Enciclopédico, Garnier Hnos., París, 1915).

Portamanteo. Cierto género de maléta, abierta por los dos lados, por donde se assegura y cierra con botónes o cordónes, y sirve para llevar ropa el que camina. Llámase mas comunmente Manga. (Diccionario de Autoridades, 1737).

Manga. 4ª acep. Especie de maleta de mano abierta por los extremos, que se cierran con cordones. (Diccionario de la Real Academia Española, 1984).
Porte. v. tr. 1. llevar. / 2. sostener. / 3. producir. / 4. contener. (Grand Dictionnaire Garnier, France, 1980).

Manteau. sust. masc. 1. capa, manto. - Sous le manteau, clandestinamente. (Grand Dictionnaire Garnier, France, 1980).
En este mismo sentido, ha dicho Martin Gardner:
"Portemanteau word" will be found in many modern dictionaries. It has become a common phrase for words that are packed, like a suitcase, with more than one meaning. In English literature, the great master of the portemanteau word is, of course, James Joyce. Finnegans Wake (like the Alice books, a dream) contains them by the tens of thousands...".
(The Annotated Alice, edited by Martin Gardner, Penguin Books, England - 1970).

De esto se deduce que una palabra portemanteau lleva clandestinamente -bajo la capa- varios significados. Para ilustrarlo, transcribo aquí unos ejemplos tomados de A través del espejo, de Lewis Carroll (nadie crea que Los libros de Alicia son para niños).
La simplona Alicia se ha encontrado con Humpty Dumpty, que está peligrosamente sentado sobre una pared...
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Ilustración de John Tenniel, 1871.


"-Usted parece muy hábil para explicar las palabras, señor -dijo Alicia-. ¿Sería tan amable de explicarme el significado del poema llamado 'Jabberwocky'?
-Escuchémoslo -respondió Humpty Dumpty-. Puedo explicar todos los poemas que se hayan inventado... y muchos que no han sido inventados todavía.
Esto sonaba muy prometedor, de modo que Alicia recitó la primera estrofa:

Calentoreaba, y las viscotivas tovas
vuelteaban y tregujereaban el terecho.
Misébiles estaban los borogovas
y los deros trugones bramastoilbaban.

-Es suficiente para empezar -interrumpió Humpty Dumpty-. Está lleno de palabras difíciles. "Calentoreaba" significa que eran las cuatro de la tarde, cuando empiezas a calentar las cosas para la comida.
-Eso está muy bien -dijo Alicia-. ¿Y "viscotivas"?
-Bueno, "viscotiva" quiere decir "viscosa y activa". Como ves, se trata de un portemanteau... Hay dos significados empacados en una palabra.
-Ahora entiendo -observó Alicia, pensativa-.
(...)
-..."Misébil" es "miserable y débil" (aquí tienes otro portemanteau)..."

(Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas y A través del Espejo y lo que Alicia encontró allí, de Lewis Carroll. Edición establecida, traducida y anotada por Eduardo Stilman. Ed. Corregidor - Buenos Aires - Argentina, 1976).
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A mí me gustan mucho estas palabras ladinas y suelo usarlas. Una de ellas es "chucear".

'Chucear' no existe en el diccionario de la Real Academia Española -lo más aproximado es 'chuzar' (por la pronunciación) o 'azuzar' (por el significado)-.
'Chuzar' es 'punzar, pinchar, herir' -según el Diccionario de la RAE-.
'Chusas' son los cabellos largos, desgreñados y sueltos -la definición no figura en el Diccionario de la RAE, pero sí en los de lunfardo-.
Sin embargo, a mí me gusta más 'chucear' que es una mezcla derivada de 'chuzar' y 'chusas', y significa 'molestar, acicatear, incordiar'.

CHUCEAR es un portemanteau. En fin, yo la utilizo; sin embargo, cuando le exijo a una palabra un trabajo especial, tomo ejemplo de Humpty Dumpty y siempre le pago extra.

sábado, 2 de agosto de 2008

Estornudo de un panda bebé

Árbol genealógico de la familia Buendía

Muchas veces he oído decir a los lectores de Gabriel García Márquez que se confunden con los nombres de los personajes de la novela Cien años de soledad y por momentos no saben quién es quién. Desde luego, es por la repetición de los nombres y porque en la novela no siempre aparecen los personajes según un orden cronológico.

Así que, como para mí es sencillo de entender cómo es el árbol genealógico, publico aquí uno de elaboración personal, que no es claro sino clarísimo (o al menos eso creo). La idea es ayudar a los interesados en el tema, y es como sigue:


MACONDO
ÁRBOL GENEALÓGICO DE LA FAMILIA BUENDÍA
.
(Ud. puede bajar el dibujo a su pc y verlo ampliado: click con el botón derecho del mouse).

Leyendo el árbol de arriba abajo y de izquierda a derecha, aparecen los descendientes en el orden en que fueron naciendo.

El resto de los personajes no están en el cuadro porque, a los fines de entender cómo evoluciona la familia, es innecesario mencionar quién era novio/a, cónyuge o amante de quién.

Como puede apreciarse, es muy sencillo: exceptuando el caso de Aureliano (el coronel), que tiene 18 hijos y ninguno de ellos tiene hijos, de cada generación de los Buendía solo uno tiene descendencia, y de esa rama, solo uno/a tiene hijos. El esquema se altera al final, cuando Amaranta Úrsula tiene un hijo con su sobrino Aureliano Babilonia.

No obstante, por si resulta útil, agrego que:
1) el primer hijo de la pareja fundadora de Macondo, José Arcadio, se casa con su hermana Rebeca;
2) el segundo hijo, Aureliano (el coronel), se casa con Remedios Moscote, y ella muere antes de dar a luz a dos mellizos;
3) Aureliano Segundo tiene una amante, Petra Cotes;
4) Amaranta Úrsula se casa con Gastón; luego tiene, con su sobrino, al niño con cola de cerdo que terminan llevándose las hormigas.

Por último, si desea ver un cuadro que aclara las relaciones de parentesco entre los distintos Buendía, puede consultar mi estudio crítico "Arquetipos junguianos y Arcanos Mayores en Cien años de soledad", publicado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, dependiente de la Universidad de Alicante, España.
El vínculo con la biblioteca figura en el sector de la derecha del blog, y el cuadro al que me refiero está en la página 9 del texto.