jueves, 30 de octubre de 2008

(MEX) Día de Muertos - “Calaveras”

(Viene de la nota anterior).

Estas son las “calaveras” que nos obsequió nuestra anfitriona...

Rosario Loyola


Para Viviana y Eduardo

La Catrina con leotardo
y con acento argentino,
le dice: Mi amor, Eduardo,
unamos nuestros destinos.

Eduardo muy inocente,
hasta le hace caravana
y se muestra complaciente
porque piensa que es Viviana.

La parca se da sus mañas
y de Vivi se disfraza,
hasta lleva dos guadañas
por si Eduardo la rebasa.

Hoy dice: Querida Vivi,
mi pequeña, mi gran pibe,
solo por ti vivo, Vivi,
y sus amores le exhibe.

Dos calaveros chiquitos,
son guardianes de Viviana,
andan tras de sus “tipitos”
y de su influencia junguiana.

Una flaquita muy “inn”
buscó el cuatrocientos dos,
ahí en el Holiday inn
y ahí acabó con los dos.

Ya con esta me despido,
mis amigos argentinos,
mas, solo un favor les pido,
que disfruten sus destinos...

Hoy su destino ha cambiado,
y ojalá que me disculpen,
como me han simpatizado,
diré que aquí los sepulten.

Ya les preparé una fosa,
y su ataúd es de roble,
una sepultura hermosa,
lo más importante, doble.

Cordialmente, La Muerte, 2 de noviembre de 2007
Guadalajara, Jal., México
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(MEX) Día de Muertos – Altares de muertos

Los mexicanos se ríen de la muerte (eso sostienen), y tienen una curiosa tradición que consiste en festejar el Día de Muertos, 2 de noviembre.

Las ciudades se llenan de cosas alusivas a esa fiesta: pequeños stickers –adheridos a las vidrieras– e imágenes –que pueden ser de cartón– de calaveras, de esqueletos, siempre en actitudes sonrientes/graciosas, y diversos alimentos típicos, como panes de muerto, chocolates con forma de “muertitos”, de calaveras, de ataúdes...

Según la creencia popular, ese día los muertos queridos vuelven a visitar a sus familiares, que los esperan y agasajan armándoles altares de muertos.
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Un camino de flores y velas suele conducir al altar, que casi siempre tiene una foto del finado, calaveras de azúcar y diversas ofrendas, de flores, de panes con forma de “muertitos”, y cualquier otra cosa que en vida del agasajado hubiera sido de su agrado.



Los altares de muertos son, pues, muy coloridos y vistosos, alegres, y llama la atención el sincretismo de esta tradición local y la católica, pues dentro de las iglesias suelen verse estos altares, que nada tienen que ver con el cristianismo.


Fotografié –como pude, pues había un reja que impedía acercarse– este altar de muertos que estaba armado dentro de una iglesia en Guadalajara (nótese que las imágenes cristianas fueron cubiertas), y que me hizo mucha gracia pues entre las ofrendas para el finado, que era un cura –estaba la foto– había, por ejemplo, una Biblia...
pero había también una botella de vino.
Así que me quedó claro que al santo varón le gustaba escabiar y los fieles, por querer agasajarlo, lo deschavaron.
Finalmente, es costumbre que en esa fecha se publiquen “calaveras” –por ejemplo, en medios gráficos– y que la gente se las obsequie entre sí.

Pero las “calaveras” a las que me refiero son versos, por lo general rimados, supuestamente escritos por la Muerte, para burlarse de alguien o simplemente como broma, con ánimo festivo.

Así, nuestra anfitriona en Guadalaja nos obsequió “calaveras”, pero para mayor lucimiento de su autora las publico en nota aparte.

martes, 28 de octubre de 2008

“Manual de Urbanidad y Buenas Maneras” de Manuel A. Carreño

Ubiquémonos:

Manuel Carreño (1812–1874) era venezolano y escribía para la sociedad de su época, pero ‘sociedad’ debe entenderse aquí con un sentido limitado: la gente acomodada, adinerada, la que tenía medios para vivir bien.

Los demás, los pobres, el vulgo, aunque fueran ciudadanos no eran los destinatarios de sus enseñanzas pues eran considerados, precisamente, vulgares, ordinarios, groseros; la educación no era algo que se esperara de ellos y por eso no les estaba destinada (tampoco lo está en la actualidad, aunque por otras razones).

Y ahora pensemos un poco y saquemos algunas conclusiones.

¿Quiénes eran los miembros de esa sociedad? ¿Era la población originaria de América o eran extranjeros?
Eran extranjeros, la mayoría europeos y sus descendientes nacidos en América.

¿Y quiénes eran los europeos que habían emigrado a América, los ricos o los pobres?
Los pobres, los que buscaban medrar, pues en sus países no tenían nada (tampoco educación); si no, se hubieran quedado en ellos.

Esa gente debe de haber sido, en general, arriesgada, más o menos trabajadora y más o menos dispuesta a todo, pues si no, no se hubieran movido de sus tierras.

Llegaron a América, se instalaron como pudieron y comenzaron a trabajar; y muchos lograron convertirse en personas adineradas, nuevos ricos que aspiraban a parecerse a los ricos de toda la vida que existían en Europa y a vivir como ellos, pero... les faltaba educación.
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Y para esa gente que quería parecer fina, elegante, política, Carreño escribió en 1854 su Manual de Urbanidad y Buenas Maneras, que llegaría a ser un clásico; leyéndolo, uno/a puede imaginar cómo eran (!) sus educandos.

El uso del manual se extendió por varios países y durante largo tiempo –hasta bien entrado el siglo XX– fue de enseñanza obligatoria en las escuelas, en especial en las de señoritas; así que podemos seguir imaginando hasta qué punto esa gente seguía siendo bruta –además de hipócrita, MUY hipócrita–.

Con preceptos que enseñaban a hombres y mujeres a ser remilgados y gazmoños –como sin duda no lo eran los aristócratas a los que se tomaba como modelos–, Carreño trataba de civilizar a una sociedad adinerada, pretendidamente pulcra, delicada, exquisita, pero que se sonaba las narices con la servilleta, escupía en el suelo en cualquier sitio –incluso sobre las alfombras de las salas–, y en muchos casos arrojaba al patio o a la calle las aguas de sus tazas de noche –que digo ‘aguas’ porque ‘excrementos’ era palabra proscripta–; porque esas personas tan finolis, sépalo de una vez, vivían entre la mugre, y por supuesto no tenían inodoros, que todavía no se habían inventado.

¡Ah! pero eso sí, avisaban: ¡Agua va! (y mejor que el caminante tuviera buenos reflejos).

Además, hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX tampoco se había inventado el papel higiénico –y mucho menos el bidet– así que la gente, por más delicada que fuera, se las arreglaba con trocitos de tela, por ejemplo; y aquí paramos de imaginar porque la escatología no me gusta en absoluto.

En este blog hay otras notas acerca de Carreño, con transcripciones textuales de su famoso manual, que puede encontrar fácilmente utilizando las Etiquetas.

domingo, 26 de octubre de 2008

(URU) (CLB) Patrimonios de la Humanidad

Colonia del Sacramento es una ciudad del Uruguay ubicada junto al Río de la Plata, a unos 70 km de Buenos Aires en línea de aire, río mediante.

La opinión generalizada es que es muy “bonita” y lo cierto es que recibe muchísimo turismo.
Su barrio histórico, muy pequeño, fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1995, y es pintoresco, sin duda, pero me parece a mí que sus construcciones, de originales conservan muy poco: apenas unas ruinas, una que otra casa de piedra y alguna calle que parece tener su adoquinado viejo, como la archiconocida Calle de los Suspiros:
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y esta otra, frente a la Iglesia Matriz y perpendicular a ella, también con los adoquines de otra época, donde un automóvil hace sospechar el paso del tiempo.


Sin embargo, me molesta un poco cuando me muestran una nadería como si fuera algo especialmente importante, como esta casa, que tiene una placa de azulejos que dice: “Esta casa perteneció al historiador argentino Félix Luna”:
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¿Y a mí, qué? –preguntaría yo–. ¿Qué es lo que tiene de particular? ¿Es un monumento histórico?

Salvando las distancias en lo referente al tamaño, la ciudad de Colonia me recuerda a la de Cartagena de Indias (Colombia), declarada Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1984.

Ambas han sido reconstruidas, remozadas, diría re-creadas, casi con el mismo estilo, y cualquiera que no se deje impresionar por las apariencias puede advertir el “maquillaje” –son como las mujeres que tienen cirugías estéticas, pueden aparecer bonitas… pero no son auténticas–.

No obstante, admito que tanto Colonia como Cartagena ameritan que uno se dé una vueltita, porque entre tanto retoque siempre aparece algo interesante (en una nota anterior muestro una talla que está en la Iglesia arriba mencionada, muy curiosa, pues se trata del Arcángel Gabriel en versión femenina – una rareza digna de verse).

jueves, 23 de octubre de 2008

El lunfardo y el vesre - El ciruja (con audio)

Voy a explicar aquí cuál es la diferencia entre el lunfardo y el vesre, esas formas tan peculiares de hablar que se dan en Uruguay y en Buenos Aires, porque he notado que muchos hablantes del español no tienen claro qué son uno y otro, y más de cuatro, en especial los turistas, se desconciertan cuando oyen este tipo de palabras, que no figuran en los diccionarios tradicionales.

Todos sabemos que en la lengua existen los regionalismos, que son palabras o giros privativos de un lugar, formas propias de una región para llamar a ciertas cosas; ejemplos: la persona que maneja un autobús en Argentina es el “chofer” y en México es el “mótorman”; un café con una pizca de leche en Argentina es “un cortado” y en Colombia es “un perico”; un café (puro) en Argentina es “un café” y en Colombia es “un tinto”, pero en Argentina “un tinto” es un vino... y así.

Bueno, el lunfardo y el vesre también son privativos de una región, la del Río de la Plata, pero no tienen nada que ver con los regionalismos mencionados arriba.



EL LUNFARDO

El lunfardo es un lenguaje que se construye con idéntica estructura que el idioma español, pero que tiene un léxico propio.
Nació como germanía, es decir, como una jerga de ladrones y rufianes, que inventaban palabras precisamente para hablar entre ellos y que no los entendieran, muy especialmente la cana, la yuta, los tiras, es decir, la policía.

Luego su uso se extendió entre las personas de clase baja de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores; y con el tiempo parte de sus vocablos y locuciones se introdujeron en la lengua popular y se difundieron en el español de la Argentina y el Uruguay.

Además, es muy usado en letras de canciones populares, por ejemplo, “El Ciruja”, un tango de 1926 (escrito por Francisco Alfredo Marino y musicalizado por Ernesto de la Cruz) está lleno de expresiones en lunfardo.
Aquí le pongo dos versiones: una cantada por Gardel y otra por Edmundo Rivero, y abajo está la letra.


Como con bronca, y junando
de rabo de ojo a un costado,
sus pasos ha encaminado
derecho pa'l arrabal.
Lo lleva el presentimiento
de que en aquel potrerito,
no existe ya el bulincito
que fue su único ideal.

Recordaba aquellas horas de garufa,
cuando minga de laburo se pasaba
meta punga, al codillo escolaseaba,
y en los burros se ligaba un metejón;
cuando no era tan junado por los tiras
la lanceaba sin temer el manyamiento;
una mina le solfeaba todo el vento
y jugó con su pasión.

Era un mosaico diquero
que yugaba de quemera,
hija de una curandera,
mechera de profesión;
pero vivía engrupida
de un cafiolo vidalita
y le pasaba la guita
que le sacaba al matón.

Frente a frente, dando muestras de coraje,
los dos guapos se trenzaron en el Bajo,
y el Ciruja, que era listo para el tajo,
al cafiolo le cobró caro su amor…

Hoy, ya libre'e la gayola y sin la mina,
campaneando un cacho’e sol en la vedera,
piensa un rato en el amor de su quemera
y solloza en su dolor.

Gardel cambia un poco la letra y en lugar de "Era un mosaico diquero" dice "Era una paica papusa" (una mujer joven y hermosa), cuyo sentido es parecido, no igual.

Claro que si usted no conoce este particular modo de hablar del Río de la Plata, seguramente se quedó sin entender demasiado… y es comprensible; sin embargo, no voy a traducirlo porque sería un sinsentido, un absurdo: tendría que explicar el significado de casi todas las palabras y la letra perdería su gracia.
(Aunque a veces me levanto casi buena, así que si necesita saber qué quiere decir algún término o cuál es el sentido de alguna estrofa, tal vez podría explicarle…).


Otra cosa es HABLAR AL VESRE

El vesre (metátesis silábica del español ‘revés’), es una forma de hablar que, si bien suele entremezclarse con el lunfardo, no tiene nada que ver con él. Tan así es que cualquiera puede hablar al vesre sin saber nada de lunfardo (por ejemplo: yo).

Y lo que es mejor, uno/a puede poner al vesre casi cualquier palabra que se le ocurra, y su interlocutor entenderá cuál es la palabra invertida, aunque no la haya oído nunca en esa forma.

El vesre está generalizado en la lengua popular de la Argentina, pero solo consta en diccionarios temáticos, por ejemplo: de lunfardo, y esto es así porque, como dije antes, es común entremezclarlo con el lunfardo.

No he de afirmar aquí que se trata de un recurso retórico porque los catedráticos me saltarían encima, tal vez; pero por sus características es una figura de dicción, que consiste en hablar o escribir reordenando las sílabas de las palabras; ejemplos: gomía (amigo), trompa (patrón), dolape (pelado).
También puede formar plurales; ejemplo: timbo -s (botín -es); y a veces agrega o pierde sonidos; ejemplos: garpar (pagar), yotivenco (conventillo).

Una muestra de su uso: el tango “Qué querés con ese loro”, de 1928 (con letra de Manuel Romero y música de Enrique Delfino), en el que una mujer le protesta a un hombre que la abandonó porque se encamotó por una mina fea (en lunfardo: un loro), dice por ahí:



Te has agenciao
un bacalao
con un perfil de llobaca.

Es decir: "te conseguiste una flaca con un perfil de caballo".



Anécdota cuya veracidad no me consta,
pero que es verosímil

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Se dice que Jacinto Benavente le preguntó a Gardel si el lunfardo era el lenguaje habitual en la ciudad, y que el mudo, mezclando el vesre con el lunfardo, le habría respondido:

Mire, don Jacinto: en el trocén no tanto, pero en los riobas hay cada orre que chamuya al vesre que no lo embroca ni Mandrake.

Y esto sí se lo voy a traducir, porque si usted no es de estos pagos (del Río de la Plata, digo) a estas alturas va a formular erróneas estimaciones sobre la moralidad de mi mamá, y eso no estaría bien. Así, para evitarle malos pensamientos, aquí va:

"Mire, don Jacinto: en el centro no tanto, pero en los barrios hay cada reo que chamuya al revés que no lo embroca ni Mandrake."

Donde reo está usado en su acepción lunfarda: algo así como vago, pícaro, sinvergüenza; y chamuyar y embrocar, estas sí palabras lunfardas, significan respectivamente hablar y entender.

Nótese además la formación de los plurales.
En el ejemplo, riobas es el plural de barrios, pero al invertir las sílabas la ‘s’ pasa al final.
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Por último, la caricatura de Gardel con la bandera argentina pertenece a Hermenegildo Sábat, excelente dibujante uruguayo.

Pero si uruguayos y argentinos quieren seguir discutiendo cuál era la nacionalidad del Zorzal (pues ambos pueblos se la disputan), allá ellos.

Personalmente, afirmo que es una cuestión sin importancia, porque Gardel es un clásico, y los clásicos son universales.

martes, 21 de octubre de 2008

El Codex Romanoff (I)

Se denomina Codex Romanoff a un conjunto recetas de cocina y notas referidas al comportamiento a seguir durante los banquetes –una especie de código de urbanidad– atribuidas a Leonardo da Vinci.

Se comenzó a hablar de ellas en el último cuarto del siglo XX y existen numerosas ediciones. Tengo a la vista un libro del Grupo Editorial Planeta/Temas de hoy, impreso en Buenos Aires, donde se aclara que el ‘copyright’ es de 1987 y pertenece a Shelagh y Jonathan Routh, que originariamente fue publicado por Williams Collins & Sons Co. Ltd., y que el título original es Leonardo’s kitchen note books.

Y basta de aburridas precisiones, pues con ellas o sin ellas no adelantamos nada en este caso, ya que no se sabe adónde están –si es que están– los cuadernos de Leonardo que contendrían las notas que aparecen en el libro, es decir, el Codex Romanoff, que parece haber surgido de la nada.

Hasta ahora nadie puede dar noticia cierta de su existencia: nadie puede darla porque nadie lo vio y, por supuesto, nadie lo leyó, no obstante lo cual está editado, con ilustrativos dibujos de Leonardo, y circula por ahí tan pimpante (y a juzgar por la cantidad de ediciones, reediciones, ediciones piratas, etc., debe de ser un buen negocio).

Todo lo dicho vale tanto como afirmar que aceptarlo es casi una cuestión de fe.
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Lo anterior lo ha escrito "mi otro-yo" –que ya he explicado que es "más sensato"–. Yo pienso otra cosa, y aquí va:

Es sabido que Leonardo apuntaba sus ideas e inventos en pequeños cuadernos y parece que era bastante desordenado –en cualquier espacio libre incorporaba comentarios acerca de lo que fuera de su interés–; y se sabe también que era un amante de la comida, un glotón, y que durante muchos años fue protegido de Ludovico el Moro (en las notas aparece como “mi señor”) quien lo nombró maestro de festejos y banquetes de la corte de los Sforza.

Es verosímil, entonces, que haya escrito algo acerca del comportamiento en la mesa.

No obstante, tal vez tiene razón mi otro yo y el codex no existe, pero bien podría ser que quienes tienen el copyright hayan investigado las costumbres de la época y lo hayan armado con observaciones sueltas hechas por Leonardo –o por cualquier otro–, en cuyo caso sí existe y solo sería cuestionable la autoría del genio.

Pero en cualquier caso, comparando algunos de sus preceptos con los que aparecen en el Manual de urbanidad y buenas maneras de Dn. Manuel Antonio Carreño, a mediados del siglo XIX, resulta que el supuesto codex se non è vero, è ben trovato; y por eso transcribo aquí unas cuantas reglas:
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Ningún invitado ha de sentarse sobre la mesa, ni de espaldas a la mesa, ni sobre el regazo de cualquier otro invitado.
No ha de poner la pierna sobre la mesa.
No ha de sentarse bajo la mesa en ningún momento.
No debe poner la cabeza sobre el plato para comer.
No ha de tomar comida del plato de su vecino de mesa a menos que antes haya pedido su consentimiento.
No ha de poner trozos de su propia comida de aspecto desagradable o a medio masticar sobre el plato de sus vecinos sin su consentimiento.
No ha de enjugar su cuchillo en las vestiduras de su vecino de mesa.
Ni utilizar su cuchillo para hacer dibujos sobre la mesa.
No ha de limpiar su armadura en la mesa.
No ha de tomar la comida de la mesa y ponerla en su bolso o faltriquera para comerla más tarde.
No ha de morder la fruta de la fuente de frutas y después retornar la fruta mordida a esa misma fuente.
No ha de escupir frente a él.
Ni tampoco de lado.
No ha de pellizcar ni golpear a su vecino de mesa.
No ha de hacer ruidos de bufidos ni se permitirá dar codazos.
No ha de poner los ojos en blanco ni poner caras horribles.
No se ha de poner el dedo en la nariz o en la oreja mientras está conversando.
No ha de hacer figuras modeladas, ni prender fuegos, ni adiestrarse en hacer nudos en la mesa (a menos que mi señor así se lo pida).
No ha de dejar sueltas sus aves en la mesa.
Ni tampoco serpientes ni escarabajos.
No ha de tocar el laúd o cualquier otro instrumento que pueda ir en perjuicio de su vecino de mesa (a menos que mi señor así se lo requiera).
No ha de cantar, ni hacer discursos, ni vociferar improperios ni tampoco proponer acertijos obscenos si está sentado junto a una dama.
No ha de conspirar en la mesa (a menos que lo haga con mi señor).
No ha de hacer insinuaciones impúdicas a los pajes de mi señor ni juguetear con sus cuerpos.
Tampoco ha de prender fuego a su compañero mientras permanezca en la mesa.
No ha de golpear a los sirvientes (a menos que sea en defensa propia).
Y si ha de vomitar, entonces debe abandonar la mesa.

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Espero que le hayan gustado, o, por lo menos, divertido.
En notas posteriores, me propongo comparar algunas de estas reglas de urbanidad para el Renacimiento, con las de Carreño para la sociedad americana del siglo XIX, a fin de ilustrar por qué me resultan verosímiles estas notas atribuidas a Leonardo...

viernes, 17 de octubre de 2008

(ARG) Baradero – La Asunción de la Virgen

Como quedó dicho en una nota anterior, uno de los atractivos de Baradero es su jardín botánico, proyectado y dirigido en 1905 por el arquitecto y paisajista francés Carlos Thays.
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En 1911, centenario del nacimiento de Sarmiento, en honor al gran sanjuanino –quien fundó allí la escuela que luego quedaría contigua al parque–, se lo llamó: Parque Sarmiento.
Y en 2005 se lo renombró: Parque Sarmiento – Paseo Botánico.

El terreno tiene ondulaciones y pendientes y una zona elevada que sirve de mirador hacia el río Baradero; hay una gran variedad de árboles y el conjunto es muy bonito de ver.

Aquí le muestro una foto de parte del plano del jardín:
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Como puede observarse, hay un Cristo, pero ahora solo queda el del cartel, pues el que existía en el lugar ya no está: amaneció roto un día, caído.
Para mí que quiso volver a la tierra, calculó mal y se espachurró contra el piso, pero los lugareños dicen que lo rompieron unos vándalos.

Como sea, desapareció sin dejar rastro, y lo mismo hizo Su madre, solo que ella dejó como recuerdo de su última residencia este pequeño “loft” con vista al parque:
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“Souvenir” de la asunción de la Virgen.

Esto de la asunción lo digo porque alguien la asumió, es decir, la tomó para sí, se la llevó, pero no creo que haya sido Dios.

Y como no puedo imaginar que haya sido un devoto... me pregunto quién y para qué chorea una imagen religiosa.

¿Habrá reducidores de imágenes, también?

(ARG) Baradero – Cosas que me suben de punto...

En la provincia de Buenos Aires, a unos 140 km de la Capital Federal, hay un pueblo llamado Baradero. Es lugar de paso para muchos viajantes y de recreo de fin de semana para los bípedos implumes que vivimos en la ciudad y añoramos un poco de silencio.

No hay allí demasiados atractivos: una calle con densa arboleda que conduce al río –el Baradero–, adonde algunos van a pescar y otros a remar, un anfiteatro donde a veces hacen festivales, un jardín botánico, y ya.

Soy de los que íbamos a disfrutar de los árboles, a despertar con el canto de los pájaros y a descansar y leer debajo de los árboles; pero eso ya no es posible.

Los hospedajes del lugar son escasos y bastante sencillos; sin embargo, hasta hace poco había un hotelito muy placentero, con pileta de natación y dos jardines: uno junto a la piscina y otro al fondo, donde se podía tomar sol o estar a la sombra de los árboles... Había que reservar habitación con tiempo, pues siempre estaba completo.

Pero la ingeniería moderna que ahora regentea el lugar ha decidido convertirlo en “spa” –¡tomá pa’vos!–.

Es el único hotel de Baradero que tiene “spa”... (aunque es una forma muy pretenciosa de llamarlo).

La reforma consistió en climatizar la pileta –eso dizque hicieron al cubrirla con una carpa de hule–, prestar servicio de masajes, organizar paseos por la zona y talar los árboles, según parece para reemplazarlos por sombrillas.
Es decir, todos los atractivos que tenía el hotel, los perdió.

Además, al cambiar la oferta, cambió el público: antes nadie molestaba al vecino; ahora se llena de gente (?) que molesta de día y de noche, que vuelven de sus revoloteos nocturnos alborotando como salvajes, sin respetar que haya otros huéspedes que tal vez quieren dormir, cotorras mal educadas (no sé dónde las cazan) que en lugar de hablar, gritan, y, en fin... ¡para qué seguir!

El solo hecho de talar los árboles donde en verano el sol es insoportable, y reemplazar su sombra fresca por sombrillas, que son tan aislantes, habla de una estupidez que me sube de punto.

Aviso esto por si piensa darse una vuelta por Baradero.
Claro que si a usted le gusta achicharrarse al sol y que le griten en la oreja, allí estará feliz; pero si no, le sugiero que tenga cuidado con la elección del lugar.
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POST SCRÍPTUM

Como la web es enorme pero el mundo sigue siendo chico, quiero aclarar que siento un profundo respeto, admiración y un gran cariño por la señora que solía estar a cargo del hotel.

jueves, 16 de octubre de 2008

De eso no se habla… (II)

(Viene de la nota anterior).

La editora i-responsable ya ha tomado el Reliverán, Primperán, o como diablos le llame usted en su país a la Metoclopramida, y ahora me molesta diciéndome que “diablos” no es palabra “permitida”, que aprenda lo que dice Carreño, porque ella exige que su escribiente respete las reglas de urbanidad.

Así, hoy continúo con las lecciones de buena educación referidas al arte del parloteo vacuo (que no escribo conversación porque me queda cacofónico), según lo practican las personas respetables.



De las condiciones morales de la conversación

vii. Aun en los casos en que .... pueda hacerse mención de alguna parte del cuerpo, deben elegirse las palabras más cultas y de mejor sonido, que son las que se oyen siempre entre la gente fina. Las palabras cogote, pescuezo, cachete, &a., están siempre sustituidas, en los diversos casos que ocurren, por las palabras cuello, garganta, mejilla, &a.; ...

viii. Por regla general, deberemos emplear en todas ocasiones las palabras más cultas y de mejor sonido, diciendo, por ejemplo, puerco por cochino; aliento o respiración por resuello; arrojar sangre por echar sangre, &a., &a. Pero conviene observar el uso de las personas verdaderamente instruidas y bien educadas, y tener algún conocimiento de la sinonimia de la lengua que se habla, a fin de no incurrir en el extremo de emplear palabras y frases alambicadas y retumbantes, ...
(“Mano” puede decirse ¿no?)

ix. Respecto de las interjecciones, y de toda palabra con que hayamos de expresar la admiración, la sorpresa o cualquiera otro afecto del ánimo, cuidemos igualmente de no emplear jamás aquellas que la buena sociedad tiene proscriptas, como caramba, diablo, demonio, y otras semejantes.
(Cáspita, ¿sí?)


Y POR ÚLTIMO...

xx. Seamos muy medidos para sentar principios generales contra las costumbres o defectos de los hombres... La persona que asegurase que en el mundo no hay más que ingratos, ofendería naturalmente a sus oyentes... y la mujer, en fin, que dijese que todos los hombres son inconstantes, no guardaría por cierto un perfecto decoro.
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Perdón, pero no puedo seguir.., es mi turno de tomar Metoclopramida; pero ya le contaré más.

miércoles, 15 de octubre de 2008

De eso no se habla… (I)

Afectado, complicado, exagerado, cargante, pretencioso, hinchado, hueco, empalagoso, escrupuloso, cursi, esquilimoso, fastidioso, finústico, pomposo, aparatoso, fachendoso, gazmoño, mesingo, melindroso, mogato, niquitoso, ñoño, pamplinero, mojigato, remirado, ostentoso, rimbombante, pudibundo, presumido, retumbante, pacato, timorato, pazguato, remilgado, ridículo y, en síntesis, pesado como collar de melones, fueron algunos de los adjetivos que le mereció a la i-responsable el señor don Manuel Antonio Carreño, luego de leer su Manual de Urbanidad y Buenas Maneras –un clásico del tema, aparecido en 1854–; y tan pronto notó la vergüenza que producía en mi ánimo, agregó que don Manuel era un saltacharquillos y un finolis, y otras cosas que por cortesía me callo, pues yo aprendí del Manual –o del Manuel (?)– que una persona bien educada no puede hablar de cualquier cosa ni como quiera.

Para que usted me entienda, le transcribo unos párrafos:

Capítulo V – Sección IV

De las condiciones morales de la conversación.

i. Nuestro lenguaje debe ser siempre culto, decente y respetuoso...
(Por ahora se tolera...).

ii. No nos permitamos nunca expresar en sociedad ninguna idea poco decorosa, aun cuando nazca de una sana intención, y venga a formar parte de una conversación seria y decente. Lo que por naturaleza es repugnante y grosero, pierde bien poco de su carácter por el barniz de una expresión delicada y culta...
(Vale: no diga lo que piensa).

iii. Guardémonos de emplear en la conversación palabras o frases que arguyan impiedad, o falta de reverencia a Dios, a los Santos y a las cosas sagradas.
(¡Hostia!, ahora sí que estamos jodidos).

iv. Es sobremanera chocante y vulgar el uso de expresiones de juramento.... El que ha sabido adquirir la reputación de veraz, no necesita por cierto de tales adminículos para ser creído....
(¿adminículos? ¿Los juramentos son adminículos? ¡Coño! eso no lo sabía).

v. No está admitido el nombrar en sociedad los diferentes miembros o lugares del cuerpo, con excepción de aquellos que nunca están cubiertos. Podemos, no obstante, nombrar los pies, aunque de ninguna manera una parte de ellos, como los talones, los dedos, las uñas, &a.
(¡Qué perlita!)
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(Y con este ¿qué hacemos?).

DISCULPE EL SEÑOR/LA SEÑORA

Ahora debo interrumpir esta tarea pues tengo que atender a la i-responsable, que está haciendo bascas y acaba de mandarme a la farmacia a comprarle un antiemético.

No se pierda las próximas entregas.

martes, 14 de octubre de 2008

BULA CONTRA LAS CORRIDAS DE TOROS

TORTURA NO ES ARTE NI ES CULTURA

¿Cuál es la postura de la Iglesia ante la Tauromaquia? ¿Cómo es posible que ciertas corridas sean homenaje a los santos? ¿Dónde quedan la bondad, piedad, y caridad cristianas?...

Aparentemente, la Iglesia se muestra contraria a estos espectáculos de muerte y crueldad.

Existe una Bula de 1567 por la cual el papa de turno, Pío V, prohibió las corridas de toros.

Pero no vaya a creer que lo hizo porque le importara el sufrimiento de los animales.

En realidad fue una maniobra tendiente a limitar la autoridad de Felipe II, el rey más siniestro que tuvo España. “Limitar” es aquí una forma elegante de decir, un eufemismo. En lenguaje ordinario, esto sería “a ver quién la tiene más grande” (sepa disculpar).

En fin, ese crápula de rey, tan pulcro él y tan dañino (además de inepto, pues heredó de su padre un Imperio gigantesco donde “nunca se ponía el sol” y gracias a sus muchas habilidades poco a poco lo fue perdiendo… y conste que digo esto no porque me hubiera interesado que lo conservara sino para dar una pauta de por qué digo que fue un inepto), ese crápula, digo, a pesar de su cerril catolicismo, hizo caso omiso de las amenazas papales y ni siquiera la dio a conocer, pues a él le gustaba la sangre.

No voy a explayarme. Si desea saber pormenores, le sugiero un sitio (hay varios) http://www.geocities.com/gazapon/pages/iglesia.htm

Allí está también el texto de la Bula, que a continuación le transcribo:

BULA CONTRA LAS CORRIDAS DE TOROS

Pío V: Bula "DE SALUTIS GREGIS DOMINICI" (1567)
[Traducida del texto latino en "Bullarum Diplomatum et Privilegiorum Sanctorum Romanorum Pontificum Taurinensis editio", tomo VII, Augustae Taurinorum 1862, páginas 630-631]

Pío obispo, siervo de los siervos de Dios para perpetua memoria.
Pensando con solicitud en la salvación de la grey del Señor, confiada a nuestro cuidado por disposición divina, como estamos obligados a ello por imperativo de nuestro ministerio pastoral, nos afanamos incesantemente en apartar a todos los fieles de dicha grey de los peligros inminentes del cuerpo, así como de la ruina del alma.

1. En verdad, aunque el detestable uso del duelo, introducido, por el diablo para conseguir con la muerte cruenta del cuerpo la ruina, también, del alma, haya sido prohibido por decreto del concilio de Trento, sin embargo todavía en muchas ciudades y en muchísimos lugares no cesan las luchas con toros y otras fieras en espectáculos públicos y privados, para hacer exhibición de su fuerza y de su audacia, lo cual acarrea con frecuencia incluso muertes humanas, mutilación de miembros y peligro para el alma.

2. Por lo tanto, Nos, considerando que estos espectáculos en los que se corren toros y fieras en el circo o en la plaza pública no tienen nada que ver con la piedad y caridad cristiana, y queriendo abolir estos espectáculos cruentos y vergonzosos, no de hombres sino del demonio, y proveer a la salvación de las almas en la medida de nuestras posibilidades con la ayuda de Dios, prohibimos terminantemente por esta nuestra constitución, que estará vigente perpetuamente, bajo pena de excomunión y de anatema en que se incurrirá por el hecho mismo Ipso facto, que todos y cada uno de los príncipes cristianos, cualquiera que sea la dignidad de que estén revestidos, sea eclesiástica o civil, incluso imperial o real o de cualquier otra clase, cualquiera que sea el nombre con el que se les designe o cualquiera que sea la comunidad o el estado, permitan la celebración de estos espectáculos en los que se corren toros y otras fieras en sus provincias, ciudades, territorios, plazas fuertes, y lugares donde se lleven a cabo. Prohibimos, asimismo, que los soldados y cualesquiera otras personas osen enfrentarse con toros y otras fieras en los citados espectáculos, sea a pie o a caballo.

3. Y si alguno de ellos muriere allí, no se le dé sepultura eclesiástica.

4. Del mismo modo, prohibimos bajo pena de excomunión que los clérigos tanto regulares como seculares que tengan un beneficio eclesiástico o hayan recibido órdenes sagradas tomen parte en estos espectáculos.

5. Dejamos sin efecto y anulamos, y decretamos y declaramos que se consideren perpetuamente revocadas, nulas e írritas todas las obligaciones, juramentos y votos que hasta ahora se hayan hecho o vayan a hacerse en adelante, lo cual queda prohibido, por cualquier persona, colectividad o colegio sobre tales corridas de toros aunque sean, como ellos erróneamente piensan, en honor de los santos o de alguna solemnidad y festividad de la iglesia, que deben celebrarse y venerarse con alabanzas divinas, alegría espiritual y obras piadosas, y no con esta clase de diversiones.

6. Mandamos a todos los príncipes, condes y barones feudatarios de la Santa Iglesia Romana, bajo pena de privación de los feudos concedidos por la misma Iglesia Romana, y exhortamos en el Señor y mandamos en virtud de santa obediencia a los demás príncipes cristianos y a los señores de las tierras, de los que hemos hecho mención, que, en honor y reverencia al nombre del Señor, hagan cumplir escrupulosamente en sus dominios y tierras todo lo que arriba hemos ordenado y serán abundantemente recompensados por el mismo Dios por tan buena obra.

7. A todos nuestros hermanos patriarcas, primados, arzobispos y obispos y a otros ordinarios locales en virtud de santa obediencia, apelando al juicio divino y a la amenaza de la maldición eterna, que hagan publicar suficientemente nuestro escrito en las ciudades y diócesis propias y cuiden de que se cumplan, incluso bajo penas y censuras eclesiásticas, lo que arriba hemos ordenado.

8. Sin que pueda aducirse en contra cualesquiera constituciones u ordenamientos apostólicos y exenciones, privilegios, indultos, facultades y cartas apostólicas concedidas, aprobadas e innovadas por iniciativa propia o de cualquier otra manera a cualesquiera personas, de cualquier rango y condición, bajo cualquier tenor y forma y con cualesquiera cláusulas, incluso derogatorias de derogatorias, y con otras cláusulas más eficaces e inusuales, así como también otros decretos invalidantes, en general o en casos particulares y, teniendo por reproducido el contenido de todos esos documentos mediante el presente escrito, especial y expresamente los derogamos, lo mismo que cualquier otro documento que se oponga.

9. Queremos que el presente escrito se haga público en la forma acostumbrada en nuestra Cancillería Apostólica y se cuente entre las constituciones que estarán vigentes perpetuamente y que se otorgue a sus copias, incluso impresas, firmadas por notario público y refrendadas con el sello de algún prelado, exactamente la misma autoridad que se otorgaría al presente escrito si fuera exhibido y presentado.

Por tanto, absolutamente a nadie etc.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el año 1567 de la Encarnación del Señor, en las Calendas de Noviembre, segundo año de nuestro pontificado.
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Ese es el texto de la Bula, que no admite enmienda (ver punto 5), pero a las sucesivas SS (Sus Santidades) les ha importado un rábano hacerla cumplir.

sábado, 11 de octubre de 2008

(MEX) Prohibido regatear

Si usted es un caballero, o una dama, o pretende llegar a serlo, o al menos pretende que otros crean que lo es, no puede dejar de conocer, aprender y practicar estos consejos tomados del Manual de Urbanidad de Manuel Antonio Carreño (un clásico del tema, aparecido en 1854).

El libro es para darse una panzada de civilidad y buenas maneras.
(Perdón: “panzada” téngase por no escrita, acabo de darme cuenta de que es una palabra indelicada).

En esta lección aprendemos por qué no está permitido regatear.

Capítulo VI. Diferentes aplicaciones de la urbanidad.
Artículo I. Entre los comerciantes y las personas que entran a sus establecimientos.

xxxviii. [...] Los prolongados y fastidiosos regateos indican siempre un carácter vulgar y mezquino. El proponer a un comerciante un precio notablemente menor del que ha pedido, es un acto ofensivo a su dignidad y buena fe, de que no dan jamás ejemplo las personas de buena educación.

¿Será tan así?
Esto me recuerda una experiencia vivida en México D.F., en la zona donde están las pirámides del Sol y de la Luna.

Hay allí a cada paso indios que venden artesanías, a un precio que puede ser cualquiera, y si a usted no le gusta regatear... (a mí, tampoco, pero…).
Algunos son muy simpáticos y convincentes, como este de la foto:
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Vendía pequeños objetos de piedra tallada, que eran tan artesanales como yo soy jarrón de porcelana y hasta tenían una etiqueta de fábrica que decía “Hecho en México”, pero que él aseguraba que hacía con sus propias manos, que mostraba orgulloso para que viéramos cuán ajadas estaban (como las de un pianista, digamos).

Y con su labia agraciada nos imponía del justo precio:

–Para vos, doscientos. Para el yankee… ¡cuatrocientos!

Me pregunto qué hubiera opinado Dn. Manuel Antonio.

viernes, 10 de octubre de 2008

(ARG) Merlo – Naturaleza pura

La Villa de Merlo está en el extremo noreste de la provincia de San Luis, en la falda de las Sierras de los Comechingones, a unos 900/1200 m de altura, y se caracteriza por su excelente microclima.

Es un lugar muy bonito y tranquilo para los amantes de la naturaleza, con mucha vegetación, pequeñas cascadas, y aves de distintas especies.
Estuve fotografiando algunas cositas y le cuento.

Cerca de la Villa hay un sitio, conocido como “Algarrobo Abuelo” o “Algarrobo de los Agüero” –pues el lugar donde está perteneció a una tradicional familia de ese apellido– donde, como no puede ser de otra manera, hay un gran algarrobo, que los lugareños dicen que tiene 800 años. A mí me parece un poquito mucho… pero el árbol está y es muy digno, como todos los árboles. Véalo:
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A metros de este gigante corre un arroyito y viven allí unos patos semidomésticos. Me gustan mucho los animales, así que estuve jugando con ellos, pero ellos esperaban algún piscolabis.

En el lugar también hay un kiosco, que vende algunas artesanías y maíz para los patos…
Allí fui a proveerme de maíz y fue muy simpática la reacción de los bichitos: me siguieron, y mientras compraba el alimento, uno de ellos me tenía “agarrada” del pantalón y tironeaba, como diciéndome “vamos, apurate”, con los otros haciéndole de comparsa.
Unos verdaderos maestros esos patos.
Aquí, mientras les pagaba por su brillante actuación:
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Hay muchísimos pájaros en la Villa de Merlo, seguramente por el clima benigno y porque nadie los molesta –no olvidemos que son parte del atractivo del lugar–.

Pero, de todas las aves que vi, lo que más me gustó fueron unos tordos, que se reúnen en la plaza principal de la Villa.

Era el atardecer cuando llegamos al lugar y estuvimos buscando un lugar para estacionar el auto; no había sitio en ninguna parte, excepto en uno de los laterales de la plaza. ¡Qué bueno! pensamos. Mejor ubicados no podíamos estar, y allí lo dejamos.
Todavía no habíamos visto a los torditos, que andarían finalizando su paseo vespertino.

Nos fuimos a caminar, a conocer un poquito el pueblo, tomar café y esas cosas que hacemos los turistas.
Cuando volvimos estaban llegando los tordos, y se iban reuniendo en los árboles, para dormir. El árbol donde se concentra la mayor cantidad es el de la foto:
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Cada manchita negra es un tordo… y entre ellos parloteaban y hacían un menudo alboroto.
Impresionante ¿no? Nunca había visto semejante cantidad junta.

Me encantó el espectáculo y aunque no me gusta interpretar las conductas de los animales comparándolas con las de los humanos, creo que ellos también se sintieron complacidos con nuestra visita, pues nos obsequiaron con gran generosidad, considerando sus posibilidades; pero de eso no nos enteramos sino hasta el momento en que fuimos a retirar el auto.

¡Estaba justo debajo de ese árbol-dormitorio!

Urbanidad y etiqueta. ¡Puaj!

He rescatado aquí unas cuantas lecciones de urbanidad tomadas de un manual del siglo XIX (datos al final de la nota) y las transcribo textualmente, excepto por el aggiornamento de la escritura.

Algunos de los preceptos aún tienen vigencia, pero otros son casi humorísticos.

Una verdadera joyita, especialmente indicado para personas que pretendan lucir finas.

Eso de personas finas lo dice el autor del manual, quien también divide a la gente en “superior e inferior”, “de mayor o menor respeto”, “bien educada” o “ignorante, vulgar”, “señor/señora de la casa” y “sirvientes”, y otras lindezas por el estilo.

La finalidad del libro es educar para la civilidad y enseñar a templar el ánimo, para resultar siempre agradables a los demás, intachables, benevolentes, generosos, pacienzudos, elegantes, limpios...
un infierno, ¡bah!

Una persona bien educada, además, siempre preferirá embromarse para que otro pueda salir bien parado, o al menos para que no se note que es un bruto.

El libro arranca con una cita de Deberes del hombre de Silvio Pellico que dice:

Para descansar de la noble fatiga
de ser buenos, delicados y corteses,
no hay más tiempo
que el que destinamos al sueño.

PERO... no es tan así. Al menos, no según Carreño. Mire esto:

Capítulo III
Artículo II – Del acto de acostarnos, y de nuestros deberes durante la noche.

x. Al despojarnos de nuestros vestidos del día para entrar en la cama, hagámoslo con honesto recato, y de manera que en ningún momento aparezcamos descubiertos, ni ante los demás ni ante nuestra propia vista.

xi. La moral, la decencia y la salud misma nos prescriben dormir con algún vestido. Horrible es el espectáculo que presenta una persona que, por haber perdido en algún momento su cobertor, o por cualquier otro incidente ocurrido en medio de la noche, aparece enteramente descubierta.


xiii. El ronquido, ese ruido áspero y desapacible que algunas personas hacen en medio del sueño, molesta de una manera intolerable a los que tienen la desgracia de acompañarlas. Este no es un movimiento natural y que no pueda evitarse, sino un mal hábito, que revela siempre una educación descuidada.

xiv. También es mal hábito ejecutar durante el sueño movimientos fuertes, que a veces hacen caer al suelo la ropa de la cama que nos cubre, y que nos hacen tomar posiciones chocantes y contrarias a la honestidad y al decoro.

En fin, ahora ya lo sabe y no tiene excusa posible. Así que empiece a practicar y ¡cuidadito con que se le vaya a correr la sábana!
Porque aun mientras duerme, usté debe tener presente que es un caballero (o una dama).


Los textos transcriptos pertenecen al Manual de Urbanidad y Buenas Maneras, para uso de la juventud de ambos sexos, del venezolano Manuel Antonio Carreño; libro editado en New York por D. Appleton & Company, en 1854.

domingo, 5 de octubre de 2008

(MEX) Basílica de Guadalupe – Venta de nichos

La Virgen de Guadalupe, para los amigos Lupita, es la patrona de México. En el distrito hay una impresionante basílica que no puede dejar de ir a visitar nadie que viaje a ese país, sea católico o no.

Ahora hay allí dos edificios: la antigua basílica, que amenaza con derrumbarse y a la que se ve francamente inclinada, y una nueva, de líneas modernosas, muy grande, de forma circular y construida sin columnas, lo cual llama la atención.
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Pero más me llamó la atención algo que está ocurriendo sobre el mismo predio donde está la basílica y es lo que le muestro acá:
Se está construyendo un enorme sector para nichos, es decir, para que usted, yo, cualquiera, cuando nos llegue la hora… podamos ser depositados en ese camposanto, como se hizo tradicionalmente.

Pero para poder estar allí (o más bien, no estar) antes hay que hacerse cremar –para ocupar menos lugar, por supuesto–.

Está todo previsto. Usté va y elige el pedacito de cielo donde algún día estará el nicho y pondrán la urnita con sus restos cuando ya no esté para protestar –más arriba, más abajo, más cerca de la entrada…–, según su comodidad el valor es distinto; y luego paga... al contado, en cuotas; hasta le hacen un seguro de vida (!), por si se le ocurre morirse antes de terminar de pagar su lugarcito.--
Mientras tanto, siguen construyendo el sector.

Y, claro, usté puede preguntarse qué pasa si me muero antes de que lo terminen...

¡Bienaventurado, hombre!: sale ganancioso.

Si se muere antes, no hace falta que lo cremen (esto es un ahorro): lo aceptan de cuerpo entero (esto también es bueno, por si acaso llega el Día del Juicio y usté quiere resucitar); pero eso no es todo: para compensarlo por la falta de su nicho lo entierran adentro mismo de la basílica nueva.
Usté descansaría aquí:


¡¿Qué tal?! Mire qué ganga... Vamos, anímese...

(MEX) La fuente de Diana Cazadora

Ya comenté en otra nota (La policía se desplaza...) cómo es la ciudad de México y que tiene una grande avenida muy significativa para los mejicanos, llamada Paseo de la Reforma.

Allí, donde la avenida Mississippi corta el Paseo, hay emplazada una fuente con una escultura conocida como la Diana Cazadora, cuyo verdadero nombre parece que es "La flechadora de las estrellas del norte" (ellos sabrán por qué).

La Diana Cazadora, de corte clásico, tiene su belleza, pero además tiene su historia.

Digamos primero sus datos filiatorios: es hija del escultor Juan Olaguíbel y nació en 1942, desnuda, como nace cualquier hija de vecino, a pesar de ser una deidad.

Aquí le muestro una foto (tomada de la red) de la modelo posando:


Dicen que la muchacha, que tenía 16 años, es Helvia Martínez Verdayes, y que posó sin cobrar, solo por la vanidad de ver su cuerpo inmortalizado en el bronce.

Sin embargo, nadie valoró su gesto desinteresado. Antes bien, la Liga de la Decencia armó un escándalo público por la impúdica desnudez de la escultura y dicen que hasta le pusieron ropa interior de tela (esto me recuerda la moda victoriana de cubrirles las patas a los pianos).

Fue tanta la presión, que el escultor se vio obligado a vestir a su muñeca y le hizo un taparrabos de bronce, pero confiando en que soplarían vientos menos mojigatos, se lo adhirió con unos pocos puntos de soldadura.

En fin, tales vientos llegaron recién en 1968, año en que el regente de turno autorizó al escultor a descubrir de nuevo las escandalosas formas de su chica; pero cuando le sacó las soldaduras la bella quedó medio lastimada, razón por la cual fundió una nueva pieza (la que ahora vemos), que es copia fiel de la anterior.
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En cuanto a la escultura original, unos dicen que, para evitar que fuera destruida, el artista se la vendió al regente, que la donó a su pueblo natal, Ixmiquilpan, donde todavía está; pero los portavoces de Acapulco aseguran que la tienen ellos, ubicada en la avenida costera Miguel Alemán...
Yo no puedo dar fe.

Y ahora, por favor, vuelva un poquito hacia arriba y mire de nuevo la foto.
Detrás de la Diana hay un cartel. Dice:

¿H4C3 CU4N70
QU3 N0 L4 S0RPR3ND35?
No pienses en números, piensa en cosas importantes.

Este código lo conocía pero nunca lo había visto en uso.
Un mensaje escrito con números puede ser ingenioso, pero aplicado a la publicidad de un Banco, resulta muy adecuado ¿no?

(MEX) Policía motorizada...

México es un país con un territorio enorme, con una población de alrededor de 110 millones de habitantes; solo en la ciudad de México D.F. viven 24 millones de personas y entran y salen todos los días por distintos motivos unos 6 millones más.

Calcule usted: una ciudad con 30 millones de personas no es una ciudad, es un monstruo descomunal. Recorrerla es una tarea ardua pues el tránsito está casi todo el tiempo embotellado, de modo que el mejor medio de transporte resulta ser el subterráneo o metro, que por suerte funciona muy bien.

Un monstruo de tales características está, por supuesto, altamente contaminado y necesita buenos pulmones. La ciudad tiene grandes espacios verdes y avenidas arboladas (donde lamentablemente casi no viven pájaros –al menos, no en la zona céntrica–, pues son muy sensibles y no resisten en ese medio ambiente).

Una de esas avenidas, el Paseo de la Reforma, es un símbolo para la ciudad y es también de gran extensión. Tiene control policial, pero la policía vería dificultada su tarea de vigilancia si tratara de realizarla a pie –en automóviles sería casi imposible avanzar– así que patrulla el Paseo “motorizada”, y es esto lo que le quiero mostrar:


Estos “biciclos” no los vi en ninguna otra parte.
Son una elección inteligente para recorrer parques y avenidas a velocidad media, sin cansarse y sin agregarle contaminación a la mole de cemento y vidrio que es la ciudad de México.

Además, si el “motorman” detiene el vehículo, puede mantenerse en equilibrio, como hicieron los dos agentes al posar para mi foto.

jueves, 2 de octubre de 2008

Qué es la Sincronicidad - El caso del escarabajo

La palabra sincrónico, -a, es un adjetivo que viene del griego y se aplica a las cosas o hechos que se verifican al mismo tiempo. Por ejemplo, usted está ahora leyendo y como no sabe para dónde va esta nota, agita nervioso uno de sus pies; son hechos sincrónicos. Y sincronismo, que es el sustantivo, es la circunstancia misma de que dos o más cosas sucedan a un mismo tiempo.

Sincronicidad es, claramente, una palabra derivada de las anteriores, pero tiene matices diferentes.

La vida cotidiana nos ofrece un tipo común de sincronicidad. Usted piensa cuánto le gustaría ir al teatro y su cónyuge aparece con dos entradas; y puede creer que es transmisión de pensamiento o casualidad.

Pero a veces la coincidencia de sucesos en el espacio y en el tiempo parece ser algo más que una casualidad.

El psicoanalista suizo Carl Gustav Jung (1875-1961) diferenció el simple sincronismo de hechos –cuyos significados pueden no tener conexión alguna– de otras circunstancias a las que llamó coincidencias significativas, y en 1930 empleó por primera vez el término sincronicidad para describir una conexión a-causal entre estados psíquicos y sucesos objetivos.

Este concepto no es sencillo de explicar en un texto corto, así que lo mejor es ilustrarlo.
Y puesto que Jung fue elaborando su teoría basándose en parte en su experiencia profesional, aquí le transcribo un ejemplo de sincronicidad tomado del historial de una paciente, tal como lo cuentan en un pequeño libro (casi un apunte, digamos) Maggie Hyde y Michel McGuinness.


El caso del escarabajo

Jung tenía una paciente cuyo tratamiento no avanzaba, pues su mentalidad era rígidamente lógica (del tipo: pienso, luego existo).

Un día, ella le contó a Jung un sueño en el que alguien le daba un escarabajo pelotero de oro.

En ese instante, él escuchó un suave golpeteo en la ventana cerrada detrás de sí.
Se volvió y vio que lo que golpeaba en el vidrio era un insecto volador.
Abrió la ventana y capturó al insecto cuando este entró en la habitación.

–¿Qué es? –preguntó la paciente.
–Un ateuco, el escarabeido más próximo, en nuestro clima, al escarabajo pelotero egipcio de su sueño –dijo el médico.

La paciente ignoraba que el escarabajo de oro era un símbolo egipcio del renacimiento, pero la coincidencia de que ese insecto común, que está siempre en contacto con las flores, fuera a la ventana, le dio a su sueño un nuevo significado: la ayudó a liberarse de la coraza super-lógica de su mente profunda.

–¡Ahora puede iniciarse mi renacimiento espiritual! –dijo ella.

La mayoría de los sucesos sincrónicos espontáneos como este tienen una conexión psíquica directa con un arquetipo.

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Espero que el Caso del escarabajo sea suficientemente ilustrativo de qué es la sincronicidad, pero si así no fuera... puedo tratar de explicarlo de otra manera.