jueves, 26 de mayo de 2011

Pedro Wolkovicz, el último librero de Buenos Aires

Han pasado más de siete meses desde su muerte, y todavía no puedo resignarme.

El 18 de octubre de 2010 murió Pedro Wolkovicz, uno de los últimos libreros de pura cepa que quedaban en Buenos Aires.

Pedro era un ser excepcional, maravilloso, y quizá también algo extraño.

Lo conocí hacia 1975, cuando comencé a comprar libros en Fausto -que por entonces estaba en la avenida Corrientes 1311-.

Pedro sabía todo lo que uno necesitaba saber, y era tan generoso que compartía sus conocimientos con quienquiera que lo consultara.
Su memoria registraba hasta los datos más nimios.
Recuerdo que una vez fui a Fausto a buscar un libro raro, y José Luis -otro de los empleados- que me estaba atendiendo, me dijo: “¡Esperá! Vamos a preguntarle a nuestra computadora caminante” (y eso que aún no era la época de las computadoras) y, por supuesto, llamó a Pedro.

No tengo palabras para expresar la congoja que me produjo su muerte.

Pedro, es un ser inolvidable para mí (y estoy segura de que también lo es para muchas personas más).

Vivirá en mi recuerdo siempre.

¡Siempre!